viernes, 30 de diciembre de 2011
TIO JULIO
Jota Siroco
La noche en Güsen
Hasta el momento de entrar en el infierno era mi nombre Julio Hernández Izquierdo.
En el campo de Güsen me llamaban el 10278, antes, en la prisión fui el 80135, después en Mauthaussen el 4706.
Ya no tengo fuerzas para responder al esqueleto que intenta hablarme desde enfrente, casi ni siquiera al mío.
Miro una y otra vez los números grabados en mi brazo, incluso de noche, cuando un leve rayo de luna entra en el barracón, releo mi nueva identidad y deseo que esa especie de suma no acabe nunca.
En cada uno de los guarismos imagino la cara de mi gente: de mi madre, Teresa, severa y dulce; de Julián, mi padre, y de mi hermano Joaquín, los dos molineros, siempre con su tez blanca de la harina; de Lolita, mi hermana pequeña, con la que tanto jugué en las orillas del Henares.
Hoy, al igual que yo mismo, todos ellos se me vuelven números, y amo a los números, porque es lo único que me queda sobre la piel.
Camino del exilio
No sé porqué, ni tampoco cuando, tomé la decisión de marcharme.
Tal vez no lo sepa ninguno de los que aquella mañana nos pusimos en camino, porque el miedo se extiende sin sentido y las fronteras son el paraíso del que huye.
Sí recuerdo que una columna desordenada de hombres y mujeres nos dirigíamos hacia la frontera francesa.
Viene a mi memoria el frío en la playa de Argéles, el hambre, el trato inmisericorde de los gendarmes franceses hacia nosotros, los vencidos. “Allez, allez, vite, vite”.
Atrás quedaban los largos paseos por las Ramblas, una vida tranquila en la banca y los lejanos sueños de ser torero, de abrir frente a mi las puertas de las Ventas y quien sabe si de la Maestranza.
En abril de 1939 cerca de medio millón de republicanos cruzamos los Pirineos con la guerra perdida y la incertidumbre de no saber, en muchos casos, el paradero de padres, mujeres o hijos.
Tras las alambradas
Junto a la alambrada alguien iba rapando a los prisioneros-refugiados.
En ese momento era de agradecer, pues, tras tantos días durmiendo en los campos, en la playa, los piojos se habían enseñoreado de la cabeza de todos nosotros.
Sólo rapaban a aquellos que habían decidido enrolarse en las Brigadas.
Yo lo había hecho, porque a los jóvenes se nos ofrecía ese sacrificio con el fin de evitarnos la vergüenza de dejar inútilmente nuestra vida en la retaguardia.
Había quien envidiaba nuestra suerte, sabían que íbamos hacia Paris y que allí quizá hubiera una posibilidad de partir hacia América o hacia Londres. Sin embargo, el pelo rapado al cero era como el número 10278 que ahora lucía en mi brazo, una señal para impedir el embarque hacia ningún lugar.
París ¿la libertad?
Paris no era cuando llegamos la ciudad de la luz. Paris dormía a oscuras como una buena chica, temiendo en cualquier momento el asalto de la Luftwaffe.
A los españoles, que ya veníamos de una guerra, que sabíamos lo que era la metralla y que no podíamos hacer otra cosa para salvar la vida, nos encargaban los trabajos más peligrosos.
Recorríamos de noche las calles de la capital para llevar correos de la situación.
Cualquiera que nos hubiera visto tras el toque de queda nos habría disparado sin dudarlo, nuestra vida en París, aunque colaborábamos con la resistencia, valía lo mismo que en el Madrid ya ocupado, nada.
Además, había muchos franceses que esperaban ansiosos la llegada de los alemanes.
París ocupado
Uno, en su ingenuidad, creía que las democracias europeas nos recibirían con los brazos abiertos, como se merecen los luchadores antifascistas, sin embargo desde nuestra llegada a las playas de Argeles, nos trataron como a maleantes.
Los gendarmes franceses parecían saborear en nuestra debilidad su mínimo mando.
Había días que ni agua teníamos para beber…y el mar enfrente.
Cierto que éramos muchos, miles, pero ellos sabían de nuestra irreversible situación, del terror que había ido pisando nuestros talones mientras nos dirigíamos al Paso de la Molina en Gerona. Sí, ellos lo sabían.
También sabían lo de los niños, lo de los ancianos, lo de las mujeres…su sufrimiento y su impotencia me dolían más que el maltrato que yo, un hombre joven, pudiera recibir.
Los franceses, las autoridades francesas, habían optado cobardemente por la complicidad ante una más que posible invasión alemana.
Como conejos
Día a día se nos iba cambiando el aspecto externo: más parecíamos ya mendigos que refugiados. Nuestra presencia comenzaba a crear problemas.
De ser enemigos de Franco, habíamos pasado a alcanzar la categoría de enemigos de Hitler, del Reich.
Los españoles de Franco les habían dado a los alemanes nuestra documentación, nuestras fichas, falsas, en las que se afirmaba que éramos violadores y bandidos, que no podíamos ser considerados españoles.
Basándose en ellas nos juzgaban, nos condenaban y animaban a los alemanes a dejarnos pudrir en los campos de concentración. Por eso, cuando llegamos al campo de Mauthaussen, llevábamos marcado en el brazo el triángulo azul de los apátridas.
El 6 de agosto de 1940 llegó a Mauthaussen el primer grupo de republicanos españoles, días más tarde, yo me reunía con ellos. Estábamos cayendo como conejos.
Siete mil doscientos republicanos fuimos deportados desde Francia hasta Mauthausen. Yo no debería de saberlo porque la muerte ya me había llevado por delante, pero lo sé: El día 3 de mayo de 1945 sólo quedaban con vida mil quinientos.
Crematorios de Mauthausen
Llegamos de noche.
A golpe de correajes nos formaron a todos en un patio.
Nos quitaron lo que llevábamos y nos dijeron que no guardáramos nada.
Nos dejaron desnudos y el que llevaba alguna letra o insignia grabada lo pasaba mal, porque iba derecho a la ducha de gas y al crematorio.
"España no os quiere; os ha arrebatado la nacionalidad, la razón de ser. Nadie saldrá vivo de aquí; estáis condenados a muerte sin juicio previo. La primera que os ha condenado es España".
En el campo quedaban igualados en la inhumanidad banqueros, obispos, curas, millonarios, políticos, intelectuales, abogados, ingenieros, generales, criminales reconocidos, místicos, pícaros y ladrones. Allí, los que eran buenos se hacían malos.
“De aquí no sale nadie si no es por la chimenea”, dijo alguien.
Prisioneros
Ya en el interior del campo, tras franquear la enorme puerta de piedra, un espectáculo estremecedor nos esperaba.
Una decena de hombres, desnudos, inclinados sobre una especie de tarugo y con las manos agarradas a una barra de hierro fijada en el suelo, estaban siendo azotados por un enorme SS que descargaba los golpes con una habilidad diabólica.
Los prisioneros estaban obligados a ir contando los golpes en voz alta. Al cabo de una docena se desmayaban, pero ¡ay de ellos!, el castigo era entonces doblado o triplicado.
Tras veinticinco golpes, los riñones se tornaban de un color amoratado, tras cincuenta, negro, tras setenta y cinco, la piel y la carne se desprendían a jirones.
Derrota, exilio y esclavitud fueron las tres etapas del destino de miles de españoles.
Los terribles 186 escalones
Ciento ochenta y seis peldaños con distintas alturas, había que subir y bajar todos los días para ir a la cantera Wiener-Graben, de donde se extraían las piedras que los nazis empleaban para pavimentar sus ciudades y hasta la mismísima Viena.
¡Cómo hubiera deseado a veces caer rodando por la escalinata y romperme la cabeza 186 veces en sus 186 escalones, o que me hubieran tirado los mismos guardias para alegar después un suicidio voluntario!
Nuestra tarea consistía en transportar piedras de la cantera al campo...
Trabajábamos diez horas todos los días, la mayoría en la cantera, subiendo y bajando piedras.
Para comer nos llevaban unas calderas con patatas, zanahorias, mucha verdura y algo de pan. Hambre, hambre, hambre.
A veces venían los S.S. y daban patadas a las calderas, tiraban la comida y la teníamos que comer del suelo como los perros.
Una noche, harto de sufrir, después de que hubiesen pasado lista, decidí tirarme sobre las alambradas de púas electrificadas que rodeaban el campo. Pero…mis pies no me respondieron, ni para matarme me quedaban fuerzas.
Güsen
Güsen estaba en Austria. A Güsen llevaban a los que ya no podían con su alma, si es que aún les quedaba alma.
En Mauthaussen, la metrópoli de los campos, aun se tenía la esperanza de sobrevivir al hambre, al dolor y a la soledad. La derrota común terminaba uniendo a los que compartíamos el mismo fracaso. Sólo Güsen, a escasos kilómetros, era el fin de la esperanza.
Cuando el capataz recitaba la lista, como si de una oración macabra se tratara, mirábamos a los ojos de los que se iban como una despedida para siempre, anotábamos sus nombres en nuestra memoria por si acaso alguna vez pudiéramos contar a su familia cómo había sido su última mirada, sin ser conscientes de que tal vez era también nuestra última mirada.
Uno piensa que las cosas les pasan a los otros hasta que la mala suerte llama a nuestras propias puertas. Cuando escuché mi nombre, cuando sentí sobre mis ojos la angustia solidaria de sus miradas, cuando dejé atrás la puerta de Mauthaussen, cuando en un viejo cartel leí “A Güsen 1 Km”, supe que la muerte andaba ya rozando mis talones, como el toro aquel al que ya nunca podría cortarle las orejas.
Minorías
Yo no era un intelectual, al menos nunca me había considerado así. Había sacado con esfuerzo unas oposiciones a Banca y para mi desgracia opté por solicitar destino en Barcelona, quizá si, como decía mi madre, Teresa, me hubiera quedado en Madrid, nada de lo que después pasó hubiera sucedido.
Tampoco era homosexual, ni rumano, ni polaco, ni socialista alemán, ni profesor, ni rico, ni boy-scout, ni gitano…digo esto, porque era a estos grupos a los que los nazis enviaban a Manthausen-Gusen. Sólo era un esqueleto.
Nos esperaban las canteras, las minas, las plantas de montaje de los Messerschmitt, la esclavitud en las granjas cercanas…para trabajar hasta la extenuación, hasta pedir a gritos la inyección letal. Me explicaré: Cuando nos veían demasiado débiles ¡qué ironía! nos hacían pasar por una máquina que detectaba si estábamos enfermos. Al salir, los que tenían dolores en el pecho, se despedían de sus compañeros. Les ponían una cruz y los mandaban al médico. Allí les inyectaban gasolina como si fuera medicina y al crematorio.
Vivir del aire
Nunca he sido gordo, pero había momentos en los que añoraba los setenta kilos que una vez llegué a pesar en Barcelona… ya se sabe, la vida sedentaria de los chupatintas. Ahora, con mi 1.76 de estatura, no debería llegar a los 42.
No era la estética, claro, lo que me preocupaba, ¿para qué?, me preocupaba la debilidad, el suplicio que me esperaba al día siguiente y sobretodo el frío. A falta de espejos me miraba en los esqueletos de mis compañeros y en ellos veía mi propia osamenta.
A finales de noviembre de 1941 llegaron numerosos prisioneros de guerra soviéticos.
Los soviéticos, según se escuchaba decir, eran los verdaderos enemigos, quizá nosotros éramos sólo un error. Los soviéticos estaban destinados a salir por la chimenea del Castillo de Harthein. “Nos van a soltar”, pensamos. Nosotros nos mirábamos con cierto alivio, pensando que tendríamos una nueva oportunidad, que nos trasladarían a otro campo donde dieran mejor de comer, quizá a uno de los 49 que formaban el complejo de Mauthausen, 49… y aún siguen diciendo los austriacos que ellos no se dieron cuenta de nada,
Cada noche sueño, como todos, con ser un superviviente, salir de aquí, aunque sea a gatas. ¡Dios sabe qué será de mi!
Sanlúcar diciembre 2008
Mi tio Julio Hernández Izquierdo
murió el 21 de Diciembre de 1941,
era el prisionero número 2093
del Campo de Güsen
jueves, 29 de diciembre de 2011
MAX AL SUR
Juguete esperpéntico a la memoria
de D. Ramón María del Valle Inclán
Donde se narran los apócrifos lances ditirámbicos
de Max Estrella y D. Latino de Híspalis
junto a la ribera del Guadalquivir...
Jota SIROCO
PROLOGO
D. Ramón, el famoso autor, se dispone a presenciar el estreno de una de sus obras.
Parapeteado tras su barba de chivo o cabra ocupa, junto a otros gorrones modernistas, la platea reservada a la propiedad del teatro, que habitualmente sólo la pisa cuando vienen por la capital espectáculos de revista.
-D. Ramón: ¿Echegaray? ! Cómo se atreve usted a hablarme de ese viejo idiota ! ...Mire usted, los dramas de ese señor no son más que la autobiografía de un marido cornudo...
-Voz: ! Oiga, hable usted de su obra y no de su vida privada !
-D. Ramón: ¿Y quién es usted, mequetrefe, para intervenir?
-Voz: ! Yo soy el hijo de D. José de Echegaray !
-D. Ramón: ¿El hijo? ...¿Está usted seguro joven?
-Voz: ! D. Ramón... no consiento !
-D. Ramón: ! No se me excite tanto, mozalbete ! ...Usted no es mas que un pedazo de bruto !
-Voz: !!!D. Ramón!!!
-D. Ramón: ...Por el respeto... por el poco respeto que tengo hacia su padre, retiro lo de... pedazo.
Justo en el instante en el que el presunto hijo de D. José iba a abalanzarse sobre Valle, con la fría
intención de manquearle el brazo restante, se apaga la luz de la sala, se abre el telón, y por una vez
el teatro le salva la vida.
ESCENA I.-
Mientras se apaga el sol y comienzan a encenderse las farolas...un cantaor, oculto tras el tenue
dorondón del crepúsculo, nos revela el hilo argumental de la historia que ustedes han venido a
contemplar.
Cantaor:
Era la noche de bodas
de Cayetana, Duquesa.
Del Palacio sevillano
robaron la carretela
y hasta Triana volaron
D. Latino y Max Estrella.
En la historia que les cuento
laten mil hazañas viejas,
donde conviven verdades
con aromas de leyenda.
...lo cuento como lo dicen
los que lo dicen y cuentan.
ESCENA II.-En el Arenal
De una carretela con blasones borbónicos descienden un barbudo ciego y un poeta cubierto con un ajado cárrik, allá por las lindes del Arenal.
-Max Estrella: ¿Qué tierra pisamos Latino?
-D. Latino: No empieces a ponerte aristocrático...
-Max: !Responde a mis cuestiones o te declararé vate local y neoclásico!
-Latino: ...Los nobles arenales de la Maestranza...Lo sabes muy bien por sus olores...
-Max: !Santa Luz para mis ojos turbios!...Huelo a fritanga y mosto, Latino. !Dame un trago que aspiro a ver más claro!
-Latino: !No bebas, Max!... !Y si bebes no hables, que se vienen acercando dos guindillas!
-Max: ¿Portan farol, Latino?
-Latino: !Ni luz de vela!
-Max: !No es ninguno Diógenes entonces!, !Voltéate, Latino, hacia la izquierda y déjame que haga el paseillo!
Se tambalea, tropieza y cae. Podría caerse, incluso, antes de tropezar. El orden aquí no ocupa lugar
-Latino: !No sigas, Max, o acabaremos en la trena como siempre!
ESCENA III.- En la Bodeguita Morales
-Latino: !Deja que la noche guíe nuestros pasos hasta la bodeguita Morales!
-Max: !Tabernero Mayor de la Corona! !Dios y el Rey repongan su hígado y apaguen su lengua...que es su jerga mareante de pleitos...!
-Latino: !Entramos!, !Cierra los ojos, Max, que no te vea!
Hacen su majestuosa entrada en el tugurio.
-Max: ! Guarda, tasquero ilustre, el agua para los bautizos, que soy cristiano viejo !... ! Se invita a la parroquia en nombre del obispo !.
Mientras beben, un coro de chiquillos arrabaleros canta por sevillanas:
Admira la Duquesa
las banderolas
que ha colgao Sevilla
de las farolas.
Dice:!Qué agobio...
pa colgante castizo
el de mi novio!.
-Max: (Saliendo) !Apunta el gasto, Leocadio, pasarán mis criados a pagarte la deuda!... !Te dejo el mostrador como fianza!
ESCENA IV.- Junto al Convento de Santa Clara
-Latino:!...Buen sabueso, Max!
Un coro de novicias-títere entona el Ave María rociera.
-Max: ¡...A Arosa me recuerdan sus teticas...!
-Latino: !No blasfemes, Max, que estamos en sagrado!
-Max: !No hay peor blasfemia que el silencio!, !Quién fuera el agua de tan tiernas ninfas y río azul para tan puras garzas...!
-Latino: !Guarda recato y bisbisea un Padrenuestro!
-Max:...Será mañana tiempo de perdones...Me postraré ante el Deán, cubierto de ceniza, y que toda Sevilla sea testigo de mi arrepentimiento y de mi flaqueza...
-Latino: !Vas por buen camino, Max!
-Max: Pero esta noche quiero vestir el hábito luciferino y viajar con Leviatán a sus tinieblas...
-Latino: !Arrodillo mi alma y rezo por tus culpas!
Las últimas notas del hermoso canto limpian el aire de tan mefistofélicas promesas.
ESCENA V.- Frente al Palacio de las Dueñas
...un grupo de borrachos aporrea un tambor y homenajea a Dionisos.
-Max: !Viva la Santa cofradía de la Merluza! ¡Viva el Conde de Cazón y la Marquesa de la Acedía!
-Max: !Viva la Santa cofradía de la Merluza! ¡Viva el Conde de Cazón y la Marquesa de la Acedía!
-Latino: (Señalando hacia el Palacio de Dueñas) !No grites, Max, que duermen en Palacio!
-Max: !Llama, que no acierto a dar con la ducal sonaja!
Latino, aunque parezca mentira, lo hace.
-Lacayo: ¿Quién desvela sueños y legajos?
-Latino: !Abre las puertas al más grande de los poetas de España!
-Lacayo: !Equivocais la tasca, malandrines!
-Duquesa: (Dentro) !Echad la aldaba, si no hay santo y seña!
-Max: !Vamos, Latino, nunca en noble postigo me cerraron cancelas!
-Duquesa: !Esa voz la conozco! !Suba el Marqués y su séquito!
-Max: !No subo, Duquesa, si no ponen la alfombra roja de las grandes solemnidades!
-Duquesa: !Hacedme el honor!
-Max: ...Tomadlo a donaire linda Cayetana... !Duquesa, os dejamos un beso en los blasones...!
-Latino: ...y un exvoto en Montesión por sus pecados...
Cantaor:
Virgen de Montesión
te ofrezco siete collares
y una flor...
Lazo de siete pecados
y un amor...
ESCENA VI.- Hacia la basílica de la Macarena
Casi rodando, después sin casi, se encaminan hacia la Macarena mientras se oyen sones semanasanteros.
-Max: ¿Cual es ese tumulto?
-Latino: Ensayan procesiones por la calle San Luis.
-Max: !Arrodíllate Latino!
Una "saeta" cruza los jazmines. Al acabar, Max, parece desmayarse, mientras suena una conocida
marcha procesional.
-Latino: !Vuelve tus ojos, Max, no te cuelgues al aire!...
-Max: ...Tengo frío, Latino... !Pide la suite nupcial en la Posada..!
-Latino: !Despierta, Max, me asustas!
-Max: !Déjame morir, que huele a azahar y suena La Amargura!.
Comienza a sonar tan hermosa marcha
-Latino: !No te empecines, Max, en los responsos! ¿Cómo hablar de muerte en vísperas de boda?
-Max: !No canto salmodias de cadaverina!...Entono salmos a la muerte del amanecer...!Sea, al igual que yo, eterna la noche!
-Latino: Sosiega el genio, Max, y no des más manotadas...que ya hay crespones negros protestando ruidos!
-Max: (con tono de salmodia)
"La princesa está triste...
¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan
por su boca de fresa..."
ESCENA VII.- En las Siete Puertas
Entre bambalinas se oyen charlas y risas de mujeres, adornadas por la luz rojiza de un farol burdeleriano.
-Max: !Ten la lengua, Latino, guarda tu noble voz para el ingreso en la Academia...que escucho palabras de serrallo!
-Latino: ...callado estaba... y sólo escucho risas de fregona...
-Max: !Las Parcas te confundan, Príncipe de la Prosa!...Te degrado a epígono de Echegaray!
-Latino. !Sabes que eso no tiene gracia, Max!...Por ello te confisco mis ojos hasta el alba...
-Max: Perdonaré tu afrenta, si conduces mi malandar por por los callejones del Niño Perdido...
-Latino: !No estás para esos trotes, genio!
-Max: !Ay, Latino, que el jazmín reconforta pasiones y me he trocado en sombra de D. Carnal!... ! Guía, pues, al lupanar mi resurrecta minga...allá donde crece la flor de la chingada!
-Latino: Te advierto que saldrás investido como Marqués de las Ladillas...
-Max: (sin oirle) "Venus venerando a Priapo". !Anótalo, Latino, como título para mis Memorias!
Entran en un antro chinescamente sombreado en rojo... justo cuando Masturbín de Pastaflora,
como su propio nombre indica, destroza un bolero.
ESCENA VIII.- Siguen allí, pero Madame Can Can ha salido a la calle.
Tras los estratégicos visillos sobrevuelan, en sombras, unas siluetas parlantes.
-Guindilla I: Si viniera por aquí ese par de tumbaclaretes, ponga todas sus artes, Madame Can-Can, en detenerlos...
-Madame Can-Can: ¿Por qué se les busca?
-Guindilla II: Robaron en Sevilla la nupcial carretela.
-Madame: ¿Hay recompensa?
-Guindilla I: Hacer la vista gorda a tus enjuagues.
-Madame: ¿A qué nombre responden?
-Guindilla II: Máximo Estrella y Latino de Híspalis.
-Guindilla I: ...Se hacen pasar por poetas modernistas...
Saliendo al Salón, Madame Can-Can, encuentra, sorprendida, a la visita.
-Madame Can-Can: !Invita la casa a tan ilustres huéspedes! !Niña... sirve a D. Max y a D. Latino lo que gusten pedirte!
-Max: !Dios os pague tan justa como generosa acogida!...!Vino fresco, marisabidilla, para aliviar fatigas...que cansan más las letras que las armas!
La doncella sirve varias cañas de manzanilla.
-Max:(Brindando) !Por la Duquesa... que pierde mañana (rie) lo que aquí no ha de encontrar!
-Latino:...!Dése la noche libre la Madama, que a buen recaudo quedan coimas y busconas!
-Max:...Sólo danzas de hetaira quiero a cambio...
-Madame: !Complacido será, caballero!... !”Collares”!... !Con ustedes Carmencita "La Collares", Emperatriz de los Tabancos!
-Latino:(bajo y con sorna)...y Archiduquesa de Liendrehermosa...
Cínica y delatora sale la Madama en busca de los guindillas, mientras "La Collares"...una gitana
con alma aceitunada y piel de escarcha...canta “La bien pagá”
ESCENA IX.- ...y aún siguen allí...
Al finalizar el cante se oye autoritaria la voz de los guindillas.
-Guindilla I: !Quieto todo el mundo en nombre de su Majestad Católica!
-Max: !Esto es alta traición! !Pronto, Latino, apaga la luz!
La más absoluta oscuridad, paraiso de los ciegos, cubre el prostibular palacio. Se oyen gritos y carreras...
-Guindilla II: !Alto todo el mundo o soltamos los perros!
-Madame: !No, los perros no, por la sangre de San Jenaro, que hay chorizo extremeño en la bodega!
-GuindillaI: !Dése preso Masturbín y que escape por piernas "La Collares”!
-Max: !Agárrate a la mano del Rey de las Tinieblas!...Gracias a mis ojos saldremos de este eclipse...
-Latino: !Olvida tu oratoria, Max!
-Max: !Ahá, no trenzaron dogal para mi cuello!...!Sígueme!
-Guindilla I: !Se escapan! !Dad la luz!
-Guindilla II: !Ciego del diablo...se escurrió en la sombra!
-Max:(Saliendo) !Ahí os quedais...recua de tientaparedes!.
ESCENA X.-En Casa Ricardo
Una lechuza les sisea mientras corren renqueantes hacia el Gran Poder.
-Max: !Llévame a rastras, Latino, o trae la carretela de la Infanta!
-Latino: !Que te conozco, Max...No te pongas estupendo!
-Max: Es inevitable...pues me inspira la gazuza y me ladra el bonete...!Latino, pediremos asilo al Gran Poder, Señor de Sevilla!
-Latino:¡Mejor al Ricardo, levantamuertos ecuménico!...Veamos si aún guarda asilo en sus entrañas.
Entrando en la Taberna de Ricardo.
-Max: (Al tabernero) !Te nombro príncipe heredero a cambio de unas gambas!
-Ricardo: !Menos chufla y muéstrame la bolsa!
Un langostino ha dado una inesperada voltereta hacia el bolsillo de D. Latino.
-Latino: Me saltó un langostino, Max, y lento anduvo el jamón rosado.
-Max: (Al tabernero) !Lleva razón ...lo he visto!
-Ricardo: Par de ganzúas...Ciego de Satán...Os pongo un vaso y puerta...!No tiene coplería mesón gratis!
-Max: Salgamos, Latino, que me ofende el prior y no traje padrinos.
(Salen)
-Ricardo: !Que el Gran Poder nos libre de sopaconventos!
ESCENA XI.- Coche de caballos
Inesperadamente y sin venir a cuento cruza un coche de caballos.
-Max: !Para el landó, Latino!
Latino, puesto en cruz, obliga a detenerse a Mercurio.
-Cochero: !Sooooooooo!
Max y D. Latino inician la ocupación de la calesa.
-Max: !Que aligere la acémila para llegar sin tregua hasta Triana!
-Latino: ...Ya no nos queda plata, Max...
-Max: El auriga es cristiano y nos hará esa gracia.
-Cochero:(Amenazante) !Valiente par de curdas! !Abajo o les cruzo las barbas con el látigo!
-Max:(Descendiendo) !Bah...carece de talla para ministro de esperpento!
-Latino:(Al coche que se aleja) !Que durmais a pierna suelta en vuestro establo!
Las campanas del Gran Poder marcan las tres a golpe de guitarra. Tamtam-tam
-Max: !Declaro mudos por decreto los gallos de todas las Españas y los campaniles de todas las ermitas!
-Latino: !Como secretario perpetuo de la genialidad lo firmo y sello...siendo el año de gracia de mil novecientos y noventa y cinco!.
ESCENA XII.-...esa morena pisabien
En pleno desconcierto da en atravesar la escena una morena de tronío y sombra...portando la Sevilla como foulard al viento.
-Max: Latino, dí en mi nombre adiós a esa morena...
-Latino:¿Cómo sabes su pelo?
-Max:...Por vendaval calino que engendran sus caderas. (En un descuido se dirige hacia tan prometedora hembra) !Cédete al tacto grupa de Pisabién!
-Latino:!Tente, Max!
-Max:(Olfateando)...Huelo a "Picalagartos"...Acércame al farol de tus pupilas...
-Latino: Mal te veo, genio...Has perdido la vista... y el olfato...!Qué más quisiera el "Pica"!
-Max: ...En lo segundo yerras, Latino. Rapto al vuelo aromas: Mero, cazón, almejas, langostinos...! Bases de la cultura occidental y de la filosofía carlista!
-Latino: !No mezcles la política, Max, que nos arruinas!
-Max: !Pídeme una ración de pensamientos!
-Latino: !Al ajillo, Max!
-Max: !Con salsa de ostras y esencia de albariño!
ESCENA XIII.- En Triana
Entran en el Faro de Triana. Detrás de la barra el esqueleto de una tortuga de mar les vigila.
-Max: (Por lo bajo) ...No lo vieron entrar en mi bocamanga.
-Latino:¿A qué te refieres, Max?
-Max: Un bogavante se me quedó prendido en un corchete.
-Latino: !Devuélvelo al río, Max, que arriba el tabernero!
-Tabernero: !Buenas las tengan, caballeros!
-Max: ¿Quién nos habla, Latino, sin pedir la venia?
-Latino: Es un sencillo tasquero modernista...
-Max:(Al tabernero) !Te ha tocado la suerte con su ala esquiva!
-Latino: !Te visitó una estrella!
-Max: !Alcanzas el honor de recibir al más grande de los poetas de España!
-Bigote: ...Quizá el más grande...(con sorna)
-Latino: El mayor con ventaja...! No te aburra el cerebro un mal clarete!
-Tabernero: Bueno...¿Qué les sirvo?
-Max: Sirve un par de botellas y cóbrate un soneto...
-Latino: ...o dos, que uno va de mi cuenta...
-Tabernero: !Señores...que se me aduerme el mosto!
-Max: Lo dicho.
-Tabernero: !Marchando dos de manzanilla fresquita!.
ESCENA XIV.- Habla el flamenco
Un cantaor gitano se templa por soleá, mientras que un tocaor bisojo le acompaña.
-Max: ¿Quién se entona, Latino?
-Latino: ...Un canéforo egipcio de ribera...
-Max: !Acércame al cantor en silla gestatoria!
-Latino ...A su derecha queda... Santo Padre!
Suenan aplausos para celebrar el cante.
-Max:(Al cantaor) !Desde hoy te incluyo en la nómina de mis matachines!...!Tabernero, sírvele una botella a cuenta del Parnaso...y de la fama que mi estancia traerá a este tugurio!
Cantaor y tasquero se miran preparando embestidas.
-Latino: Ni cantaor, ni tasquero, entendieron, Max, tu humor preclaro...!Démonos a la huida!
-Max: !No existe esa palabra en la memoria de los Montenegro!
-Latino: !Siempre hay una excepción!
-Max: ...Pues...!Corre, Latino!. (Salen del kiosko a ritmo nazareno.)
Corren como el siroco camino de Santa Ana, catedral de Triana.
-Max: No me sueltes, Latino, que me arrastra el Levante!
-Latino: Aligera, Max, que nos acechan...
-Max: (Parándose y enfrentándose a los perseguidores) !Se acabó, Latino, esta vergüenza!...!En el santo nombre de Santiago! ¿Quién osa perturbar a un Grande de España?
-Latino:(Por lo bajo) !No exageres, Max, que no puse al tanto a la Invencible!
-Max:(Blandiendo el bastón a guisa de estoque) !Al primero que avance lo atravieso!
-Tabernero:(Temblando) !Sólo quería sentar su firma en el Libro de Ilustres Visitantes!
-Max: Dése por firmado, caballero, y muéstrele mis respetos a su esposa.
-Cantaor: ¿Y a mi quién me paga los servicios?
-Max: !Pídele factura al viento que se quedó con la copla! (Acerca el bastón al pecho del caló) ¿Algo más?
-Cantaor:(Alejándose) !Yo te conjuro a oir la petenera!
ESCENA XVI.- En la calle Betis
-Latino: !De buena nos libramos, Max!
-Max: !No ha llegado mi gólgota, Latino!
-Latino:...Estas acalorado...y la humedad no es buena compañera.
-Max:...Guíame a ese Palacio que flota sobre Estigia...
-Latino: No es tal palacio, Max, sólo es barcaza clueca.
-Max:...Mas...huele a multitudes...!Arrímame a la hoguera de esos cuerpos!
-Latino: !Vámonos...Si tienes frío te prestaré mi carrik!
-Max: !No me desnierves o buscaré a otro lazarillo!
-Latino: !Hazlo!-(ofendido, se aleja un poco)
-Max: (Buscándo su rastro con el olfato) !Latino, Latino...Acepto tu gabán sin condiciones!
-Latino: !Más te vale! (Echa la prenda sobre sus hombros)
-Max: Rectifico, Latino. !Con una condición!
-Latino: ...No era el pacto...
-Max: Nunca creas palabra de sopista.
-Latino: Bien... ¿Cual es?
-Max: !Que engrose las arcas de mi casa museo!
-Latino: !Ni lo sueñes, Max!...¿Cuándo se inaugura?
-Max: !Justo al amanecer!
-Latino: !Imposible!...No puedes morirte hasta mañana...Recuerda que te espera la Duquesa en su Palacio...
ESCENA XVII.-
Los citados y un botero rubeniano.
-Latino: !No hagas muecas, Max, que ya sabes lo que me molesta!
-Max: Prometiste regresarme a mi tierra en un velero...!Cumple tus promesas! (Se desploma)
-Latino: (Arrastrándolo hacia la barcaza) !Abre los ojos, Max, que se te ponen blancos como el alba!
-Max:(Mirando sorprendido al botero) ¿Has pagado el óbolo a Caronte?
-Latino:(Por bajo) !No queda ni un real!
-Max: (Abalanzándose al cuello del de Hispalis) !Derrochaste mi hacienda! ¿En que taberna, dí, has trocado por vino mi hidalguía!
-Latino: (Soltándose) !No me hagas perder la calma!
-Max: (Con disimulo) !Ten la lengua, Latino, sólo es porque Caronte fíe el viaje!
-Botero: ¿Bueno, qué...pasan o no pasan?
-Latino: !Ay, ya están cercanas las puertas del Averno!
-Botero: !Qué "invierno", ni qué leches!...Yo soy sólo un botero que cruza hasta Sevilla...
-Max: (Riendo) !Andas briago, Latino...No anotes este cuento en mis Memorias! !Ahhhh....! (Vomita)
-Botero: !Bah!... !Tinto peleón y vino agrio...! !No hay posibles!... (Empuja a Max fuera de la
barcaza) !La próxima vez os llevaré gratis al infierno!
-Max: !Arrúllame la náusea, Latino!
-Latino: Camina, Max, no te crezcan raices en tus plantas!
ESCENA XVIII.- Al fondo la noche eterna de la Torre del Oro.
-Max: Es difícil, Latino, hay demasiada luz para mis ojos...
-Latino: !Si es de noche, Max...no me asustes!
A lo lejos se oye el cantar del gitano.
-Max: ¿No lo oyes, Latino? !Hay sonar de petenera!
-Latino: ¿...y eso?
-Max: Fue el conjuro del gitano...Llévame hacia la orilla y que el Guadalquivir me funda con mi tierra...
-Latino:...Vuelves a ponerte estupendo...
-Max: ¿Sabes, Latino, lo peor que tiene la muerte?..."Que hay que volver a encontrarse con todos aquellos a los que por fin habíamos dejado de ver en la vida".
-Latino: !No te repitas, Max, que sangra ingenio!
-Max: (Pausa) !Quiero dormir, Latino, méceme con un himno nupcial para la Infanta!
-Latino:"Ya viene el cortejo...ya se oyen los claros clarines..." ...!No te duermas, Max!...Se está
clavando el frío en tu siniestra mano desplumada...Llamaré a un carruaje.
ESCENA XIX.- Ahí que aparece de nuevo la famosa carretela una vez transmutada en coche fúnebre.
Dirígese Latino hacia el centro de la mismísima calle Betis
-Latino: !En el sagrado nombre de la Siete Musas...Venga acá la carretela de la Infanta!
Aparece el carruaje. Max, sube renqueando al carromato.
-Max: !Hasta Sanlúcar, Max, que linda mar adentro con Galicia!
-Latino: !No pensarás llegar a nado!
-Max: !Flotaré en tu carrik!
-Latino: !Eso sí que no!!Devuélveme mi abrigo!
-Max: !Prometiste entregarlo a mi memoria!
-Latino:(Con sorna) !Nunca creas promesas de sopista...Me lo enseñaste tu! (Le quita el abrigo y se aleja)
-Max: !Que Dios te haga escuchar la petenera!...Me lo enseñó el gitano...!Vuelve aquí, malnacido,
que amanece y olvidé las barbas!
-Latino: !Cúbrete con la aurora!
-Max:...Tienes mal beber, Latino, y quieres quedarte con mi herencia...
-Latino:...!En un bolsillo caben tus haberes!
-Max: !Intentas apropiarte de mis versos!
-Latino:...Lo olvidaba, Max, tienes que morir solo, para hacer más grande tu leyenda...
-Max::...que nunca fue honorable muerte en masa... (Se derrumba y cae sobre la carretela)
ESCENA XX.-...un cuervo azul, regalo de Rubén, sobrevuela, relamiéndose, la escena final.
-Latino: (Acercándose con arrepentido temor)...Max...Sé que es otra de tus bromas...que si me acerco intentarás, de nuevo, arrebatarme el abrigo...Max, Max...!No cierres los ojos!...!Abre los ojos, Max!...!Te bailarán los Seises!... !Cruzarás bajo palio la Puerta del Lagarto!...¡Te llevaré en velero hasta Sanlúcar!
-Max: (Entreabriendo un ojo) !Deja que me muera, Latino, ahora que estoy tumbado!
-Latino: !No te lances al vacío, Max!...!Nos espera la Duquesa y ha bordado tu nombre en su pamela!¡Muere en Sevilla al menos, que tengo panteón y entierro gratis!
-Max: !Arda la cera de mi cuerpo como llama votiva...y como obsequio a D. Latino de Hispalis, mi albacea!
-Latino: No es hora ya de dádivas, maestro...!Max, atento, se acercan dos guindillas!
-Max: !Formen guardia de honor y sean plañideras de mi réquiem!...(Muere).
-Guindilla: !Eh, ustedes dos, quedan detenidos por borrachos y por golfos!
-Latino: !Alto ahí!...!No le toquen!...!Arrodíllense ante una gloria de España y un miembro de la Academia Azteca!...Arrodíllense...y lloren, como yo, por sus pecados...
Póstranse y besan su única mano. Desde el río llega con claridad el "quejío" fúnebre de la Petenera.
Cantaor:
A la sombra de Doñana
se escuchó la Petenera.
La muerte, con velos verdes, (bis)
llenó sus ojos de arena...
!Sueños azules lloraban
al paso de Max Estrella!
Mientras suena el cante va cayendo lentamente el
T E L O N
SEVILLA, 13 Febrero de 2010
DRAMATIS PERSONAE.-
Max Estrella, "Marqués de Tumbaclaretes".
D. Latino de Hispalis.
Leocadio Morales
Cayetana, Duquesa de Alba.
Morena Pisabien.
Tabernero modernista.
Ricardo, tasquero local y neoclásico.
Madame Can-Can.
Carmencita "La collares".
Masturbín de Pastaflora, cupletista machihembrado.
Gitano petenero.
Lacayo Ducal.
Botero rubeniano.
Dos guindillas o más.
Un cochero, ni más, ni menos.
Coro de chiquillos.
Grupo de borrachos.
Ramillete de novicias.
Lechuza siseante.
Langostino saltarín.
Apócrifa langosta.
Cuervo azul.
Un coche de caballos.
La carretela de la Duquesa.
Marchas jazmineras, sones gregorianos, muñeiras tristes, dulce soleá, afilada saeta, negra petenera.
Manzanilla fresquita
...y tinto peleón.
martes, 27 de diciembre de 2011
EL COCIDO DE LOS JUEVES (recordando a Umbral)
(Sobre textos de Francisco Umbral)
ESCENA I.- INTRODUCCIÓN:
El bisabuelo, D. Martín Martínez, tenía destrozado el piso de cuatro calles de la ciudad con los cascos de su caballo: "Sirio".
-Mire usted, D. Martín Martínez, le decía el Alcalde, yo no le digo que vaya usted a sus fincas andando, pero cuando llegue al centro urbano le ruego que se baje del caballo.
- ! Con lo que usted me roba en nombre de Cánovas o Sagasta, que para el caso es lo mismo, tiene suficiente para adoquinar toda la ciudad !
.. ...

Años más tarde ví que yo salía a él, lo cual me consternó, pero me gustó.
... ...
Sí, ya sé que he venido a hablarles de la postguerra, pero permítanme que les ponga un poco en situación y por favor no empujen, que para todo hay tiempo. ...Veamos... érase una vez... o sea.
ESCENA II.-TIEMPOS DE INFANCIA Y OBSERVACIÓN.
Un tal Pablo Picasso andaba por la ciudad haciendo retratos a las señoritas que se dejaban: La Tia Algadefina se dejó y la sacó en bolas.

Cuando el Bisabuelo, D. Martín Martínez, vio el desnudo de Tía Algadefina en un escaparate de la Puerta del Sol, dijo que le gustaba que su biznieta estuviera tan buena. Cuando el Abuelo Cayo vio el retrato, dijo que toda la familia estaba condenada y se recluyó en su habitación con higos secos, varias botellas de vino de Rioseco y...el Kempis.
Pasados los primeros espantos Tía Algadefina presentó al joven Pablo a su grupo de amigas. Picasso se empeño en pintar a una de ellas: Sasé Caravaggio.
-En su culo, Sasé, está el origen del cubismo.
-¿Y qué es el Cubismo, Pablo?
-¿Y tú me lo preguntas?....El cubismo eres tu.
El que no estaba de acuerdo con esta definición era el novio de Sasé, un empleado del catastro que al enterarse se colgó de una viga en la pensión de la calle de la Madera donde vivía. Las dueñas de la casa de huéspedes estaban acostumbradas a que se colgasen a uno por mes.
-Lo que más sentimos, declararon, es que iba a sacar las oposiciones.
Un mechón pajizo le caía al ahorcado sobre media cara con cierta gracia. La verdad es que era un ahorcado muy presentable.

La Tia Algadefina pidió explicaciones a Picasso:
-Pero...¿Le estás pintando el culo a esa gorda?
-El culo y la cara.
-Creí que para culos tenías bastante con el mío.
-Lo tuyo es otra cosa. Lo tuyo es el stradivarius de los culos.
-!Stradivarius! !Stradivarius!...Pues no volverás tú a tocar este violín.
Y así acabaron las cosas.
Tía Algadefina comenzó a salir con Rubén Darío. Un indio feo, diplomático, meloso y borracho.

Rubén vivía en el Hotel París, junto a la Puerta del Sol. Cuando se ponía su uniforme de Embajador estaba impresionante en su fealdad, pero a medianoche andaba descalzo por la calle del Arenal, recitando en francés versos a la luna y declarándole su amor a Tía Algadefina, con la que se emborrachaba en una cervecería de la calle Hileras.
Mientras paseaba con él por el Retiro, Tía Algadefina, principió a comprender que estaba en un cambio de época, en un cambio de siglo. El modernismo la estaba haciendo mujer y quiso escapar a los rosarios en familia, a las revistas decentes, los novios para toda la vida y las tardes de mirador. Rubén, como decía Tía Algadefina, era un "revolucionario de la poesía y de la vida".
Pero a Rubén le trasladaron a París y a Tía Algadefina le dejó un mazo de cartas y versos, que ella conservó hasta la muerte. Ya en París fue devorado por el alcohol. El se lo había dicho a Tía Algadefina: "Hay poetas secos y poetas húmedos...Yo soy un poeta húmedo".

...Cuando se fue, mi tía enfermó de vulgaridad, aburrimiento, pena y soledad. En fin, que decidió ponerse tísica.
¿A qué otro hombre se puede amar después de haber amado a Rubén?
"Señora, amor es violento
y, cuando nos trasfigura,
nos enciende el pensamiento
de locura."

-Y a las chalequeras.
-Y a las pantaloneras.
-¿Por qué nos discrimina a la gente bien?
Al bisabuelo D. Martín Martínez, republicanote viejo, le hacía gracia que su biznieta bailara con el Rey. Al Abuelo Cayo y a la Abuela Eloisa aquello le parecía el final de la familia y de la religión, tras decir esto se metían a beber tinto peleón en la despensa.
...Un día en plena crisis tísica de Tía Algadefina, apareció de nuevo en casa Picasso: "Ustedes disculpen mis ausencias, pero ando de huelga general y...aprovechando que nadie trabaja, nosotros vamos a trabajar."
Así que nos fuimos al Jarama de merienda y baño. Mientras mis tías y primas se mojaban el culo, él hizo un retrato colectivo.
-Las Señoritas de Aviñón.
-¿Por qué?
-No lo sé...Pero en el arte hay que jugar, putrefaccionar, confusionar..
-!Es una vergüenza!...Ese gitano paragüero las ha pintado desnudas...!Una vergüenza! !No hay derecho!.
OFF: Suena un charlestón

D. Miguel y Primo coincidieron en algunos cocidos de los jueves.
- General, usted acabará exiliándome de España.
- !Por favor, D. Miguel, una gloria nacional, un hombre de su prosa!
- !Ustedes los militares, con perdón de las señoras, se pasan la prosa por los cojones!
- !Vaya... vaya!...Eso lo va a repensar usted en Fuerteventura.
!Claro que lo repensó! Cuando Unamuno volvió del destierro canario, a la caida de Primo, nos dijo:
- Lo que España necesita es un Bismark con mano de hierro.
- Pero, decía el bisabuelo, usted predica la dictadura.
- España, como Rusia, precisa una dictadura. sí señor. Cuando se haya matado el hambre jugaremos a la democracia.
... ...
D. Miguel Primo de Rivera era viudo, cuartelero y cachondo. En el cocido de los jueves se fijó en la belleza dibujada e irónica de Tía Algadefina.
-¿Quiere usted, le dijo D. Miguel, trabajar en mi secretaría particular?
- Soy biznieta de D. Martín Martínez, mi abuelo es liberal y yo no me pongo al servicio de ningún dictador.
- Accederá al menos a venir conmigo a las verbenas de mi amado Madrid.
- !Iré por las verbenas, no por usted!
Pues sí. Tía Algadefina pensó que podía tener un tonteo con aquel señor que mandaba en España...
(OFF: Suena un chotis en un organillo)
En las verbenas castizas del barrio de Lavapiés, del Rastro, de la Cava...el Dueño de España y mi tía
bailaban el chotis. En el Retiro tiraban al blanco y Tía Algadefina siempre ganaba la botellita de anís...
-Tira usted muy bien al blanco, señorita. Estoy por alistarla en lo de Alhucemas.En las verbenas castizas del barrio de Lavapiés, del Rastro, de la Cava...el Dueño de España y mi tía
bailaban el chotis. En el Retiro tiraban al blanco y Tía Algadefina siempre ganaba la botellita de anís...
- Sólo que yo estaría de parte de los moros...
-!Eso no se le puede decir al hombre que rige los destinos de España!
-!Pues no vuelva usted a invitarme!
...En fin, Tía Algadefina, se cansó pronto del galanteo macho de D. Miguel.
OFF.-Vuelve a sonar el chotis organillero

También venía al cocido de los jueves la Condesa de Pardo Bazán.
- ¿Pero qué hace usted D. Martín con esa aristócrata vieja y fea?
- Cuando se quita la dentadura postiza, no crean ustedes, me las hace muy bien.
Yo no entendía la frase, pero me daba bastante asco, no sé por qué.
Otro día oí en el Ateneo a Blasco Ibáñez diciendo que a la Pardo Bazán se le estaba poniendo el bigote amarillos de comerle el coño a una cómica famosa. Yo no entendía como los mayores eran tan guarros, aunque yo mismo, cuando me apretaban las ganas, en vez de hacerme una gayola, me beneficiaba a mi cabra Penélope. Ya entonces iba siendo un niño raro: estaba enamorado de mi tía Algadefina y era amante de una cabra.
En fin que Dª Emilia era aristócrata, intelectuala y directamente fea.
-Me gusta lo que hace, le dijo un día mamá, pero la juventud estamos con Rubén.
-Rubén no es mas que un esteta aristocratizante...
-!Usted es aristócrata, Dª Emilia!
-Si usted se pone insolente mejor que lo dejemos. !El Modernismo es pura decoración!.
-No lo creo. Rubén renueva la vieja Literatura Española.
-¡Vieja, vieja! ¿Soy yo vieja acaso?¿Acaso soy yo vieja?
A Dª Emilia le dio una alferecía y dio por terminados cocido y tertulia.
... ...

Al bisabuelo le tenían pedido todas las pájaras de la familia que invitara al cocido de los jueves a D. Ramón del Valle Inclán.
- Esto no es una invitación, dijo no más entrar el manco del espanto, sino una obra de caridad, porque yo no como sino muy de tarde en tarde.
- ¿Querrá usted decir que no come cocido?
- !Quiero decir, señoras, que no como absolutamente nada!
Un día coincidió Valle en casa con Unamuno.
- Lamento, dijo Unamuno, que desperdicie usted su talento, Valle.
-Soy el escritor que más lo aprovecha de España...
-Es usted un inmoral, Valle.
-Gracias a Dios.
-Además hace sólo frases.
-La verdad se acuña en frases, D. Miguel.
-¿Por qué no lo aplica usted a algo espiritual?
-!Soy más católico que usted!
-Su catolicismo es pura estética, Valle...Yo difundo verdades...
-Y yo mentiras, que es mucho más divertido.
-Su cinismo está pasado.
-El cinismo, D. Miguel, no pasará nunca, porque viene de los perros y de los griegos...Y yo soy un cínico callejero de la Puerta del Sol.
!Ay, Valle, el dandismo desplumado de los malditos y la dignidad aventajada de los hidalgos...!
En los cocidos de los jueves fui yo diferenciando los grandes españoles en hidalgos y señorucos.
Eran Hidalgos: Mi bisabuelo, Unamuno, Rubén e incluso D. Miguel Primo.
Eran Señorucos: Galdós, Baroja y Azorín.
-¿Y Picasso?
- Picasso era un gitano paragüero y genial.
- ¿Y Valle?
- Valle Inclán era también un genial hidalgo.

Tía Micaela se abarragana con un primo lejano llamado Luis Gonzaga que, tras rezar tres avemarías, le rebana el cuello en una fria pensión de Palencia, la prima Maena comida por el juego verde del Casino se pega un tiro con una pistolita de plata en la Puerta del Sol y yo me visto de hombre por primera vez justo cuando Buñuel filma “El perro andaluz”, Valle profetiza que los Borbones están al caer y Carlos Gardel trae a España el tango porteño y canalla.
OFF: Suena un tango, Garufa, tal vez.
ESCENA III.-INTERMEDIO. LA REPUBLICA Y LA GUERRA.
(OFF: Suenan tenues las notas del Himno de Riego y sobre ellas...)

Tras las elecciones municipales del año 31, el Rey se retiró elegantemente y el bisabuelo descubrió que no era republicano.
Sin embargo a mi eso de la República me ayudó bastante. Yo, con mis pantalones bombachos, comencé a animarme... Por fin le metí mano en los cines a Sasé Caravaggio, disfrutando así de sus abundancias cubistas. Yo comprendí el arte de Picasso a través del coño de Sasé Caravaggio... Pero mi alma seguía siendo un rehén incestuoso de Tia Algadefina.
La prima Maria Eugenia, por su parte, en la clausura de las Bernardas, hizo amores con la Priora y tuvieron amores de celda que fueron un tormento y unas comida de coño que fueron una orificería. Desgraciadamente la Priora murió de una sobredosis de licor de pera e hicieron Priora a una monja vieja que ignoraba el sexo. El nuevo amor de Maria Eugenia fue el capellán de las Bernardas, D. Marcelino, un castellano recio, grande y miope. Yo iba comprendiendo, niño como era, que en los conventos de clausura había más pasión que en la Gran Vía, siempre con las mismas putas y los mismos poetas. A María Eugenia íbamos a visitarla los domingos y nos dijo que “ venía la República y que iban a disolver las congregaciones religiosas”.

![]() |
March |
La República era una cosa popular, churrera y bonancible hasta que empezó a agriarse. Yo la vivía contento de que España fuese el Reino de las putas, las marquesas rojas y los escritores maricones. Pero el error de Azaña fue traer un programa europeo a un pais africano. Encarceló a March y March dio a Franco un cheque en blanco para su Alzamiento: March había encontrado su militar y Franco había encontrado su banquero.
Mi bisabuelo se murió a tiempo. Seis caballos negros llenaron de honra y mierda la cabalgata hasta el cementerio, donde reposó junto al cuerpo de mi propio padre, un soldado de Galán y García Hernández.
Tras el entierro mi prima Maria Luisa que ejercía de puta en una pensión de la calle Jacometrezzo y me dijo: "Yo fui amante del bisabuelo, ahora lo quiero ser del biznieto."
Con la muerte de mi bisabuelo se acabaron los cocidos de los jueves y yo tuve que apañármelas en solitario para conseguir garbanzos y conocimientos.
... ... ...

Y a Davidito, con el que iba los domingos a magrear criadas: "Francesillo, me decía Mª de la Plata, eres más cachondo que la música de los caballitos".
Por lo demás yo seguía fornicando con mi cabra Penélope, (debía ser esta una costumbre muy extendida entre los escritores pues, según he sabido, también Cela tenía su cabra...) con mi prima Mª Luisa, que, como ya he dicho, trabajaba de puta en “Chicote”, y dedicando los domingos a Tía Algadefina...
-Ya sólo te veo una vez por semana, Francesillo.
Tia Algadefina acercó mi cabeza a la suya y me besó en la boca.
... ... ...
Ya en la Guerra pasó por la ciudad Millán Astray.
Le faltaba un ojo, un brazo y... le sobraba media España.
Millán llegó a la ciudad cuando yo acababa de llegar a la pubertad.
-Si quieres, me dijo, te firmo una fotografía.
Por la tarde se lo dije a Teresita Rodríguez:
-Que he conocido al General Millán Astray y lleva grabado en el pecho un Corazón de Jesús.
-¿Y más abajo?
-¿Más abajo?
-Sí, insistió Teresita, dicen que los moros le volaron un huevo y que es ciclán.
-¿Ciclán?
-...o sea que le falta un testículo.¿Y tu vas para escritor? !Pues vaya diccionario que tienes!
-¿A mi me falta un testículo, Teresita?
-Tienes dos, Francesillo...¿No esperarías tener cinco?
Teresita Rodríguez se casaría después con un Cadete de Caballería. Gracias a eso, gracias a los Cadetes, somos libres.
... ... ...
Un día de primavera me senté frente a la tisis bella de Tía Algadefina:
-¿Cómo ha podido Unamuno venderse a Franco, Tía?
-No se ha vendido, Francesillo, se ha entregado. Venderse es más noble.
-¿Más noble?
-Venderse es de grandes traidores. Entregarse de pobres meretrices.
-¿Y Valle, Tía?
-El mayor y mejor escritor de España, Francesillo...!Anda, léeme una sonata, que tienes buena voz como tu padre!.

"Hoy, marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos, divierto penas y desengaños comentando las Memorias amables, que empezó a escribir en la emigración mi noble tio el Marqués de Bradomín, que, como yo, era feo, católico y sentimental."
Al concluir miré a Tía Algadefina. La besé en los labios...fríos. Estaba muerta. Había perdido mi amor, mi guía, mi norte y mi verdad. Me sentí absurdamente traicionado.
De su piano, como tantas veces durante la guerra, nació cálido un charlestón.
(Off:Suena un charlestón)
ESCENA IV.-LA POSTGUERRA:
!Hitler...le había dicho a Guillermina de Holanda, que, abriendo sus canales, le inundaría las partes...bajas!. Los señores del Casino habían dicho que ganarían la guerra...y efectivamente la ganaron, pero...la paz no fue mejor que la guerra.
En la postguerra empezamos a pasar frío, hambre...Teníamos que ir a la cola del pan, de la leche, de los huevos...a todas las colas donde nos mandaban nuestras madres.
Era tal la escasez de bienes de consumo, que la oferta de uno de ellos, podía considerarse como una declaración de amor en toda regla:
Yo te daré,
te daré niña hermosa,
te daré una cosa...
una cosa que yo sólo sé.
¡ Café ¡
o también aquello de
El que tenga un jamón
que lo cuide, que lo cuide,
no sea que venga Abastos
y lo requise y lo requise.
... ... ...

Para mi el recuerdo de la Postguerra es el de un largo invierno de varios años... sin duda debió de nevar mucho.
... ... ...
Sí, el hambre se saciaba con canciones. La hambruna creaba sueños musicales como...
Tengo una vaca lechera
no es una vaca cualquiera.
Me da leche condensada
!Ay, qué vaca tan salada!
Tolón, tolón.

¡Qué trasiego de comida y ropa!
El estraperlo se nutría incluso con los artículos confiscados en Abastos. Era una concepción del mundo, una manera de estar en la existencia...
A pesar de todo iba renaciendo un cierto optimismo en el país. La gente empezaba a sacar carbón de las minas de Asturias, sin huelgas ya, y en las noches del sábado los matrimonios salían a bailar eso de...
Arriba con el tirurirurí,
abajo con el tiruriruriero...
...y los que podían volvían a veranear pacatamente y a descubrir el eterno amor en los litorales...

"El vino en un barco
de nombre extranjero
lo encontré en el puerto
al atardecer...
Cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer...
Era hermoso y rubio como la cerveza,
su pecho tatuado con un corazón...
y en su voz amarga había la tristeza
doliente y cansada del acordeón...
... ... ...
Si la guerra había dado madrinas, la postguerra dió “queridas”. Sí, la querida era una cosa de postguerra. Un producto típico de los cuarenta, como la escasez y el estraperlo. Una señorita, mas o menos bien, a quien el papá se le había quedado en el frente o huido para siempre con la coartada de la guerra... Lo cierto es que la madre y la hija se quedaban solas en un piso enorme, con las cuatro cosas que habían conseguido salvar de la guerra... Enviaban a los hijos pequeños a los frailes: ”¿Dónde van a estar mejor?”... y ellas cogían huéspedes estables: " Búscase caballero estable, casa formal, buena cocina, agua caliente tres días por semana". La niña se ponía de "querida" con un señor de traje marrón, a ser posible con mano en abastos.

-A ustedes es que no les falta de nada, decían las vecinas con cierto retintín.
-Dios, nos ha ayudado mucho.
La querida, en fin, era una señorita ligeramente prostituida que no había perdido, ni mucho menos, sus buenas maneras de familia: el gusto por el piano, por el anisete, por el punto gordo y por los triduos. Las queridas fueron un poco nuestras hadas. No sabíamos como, pero siempre traían, ocultos entre sus abrigos de pieles, chocolatinas, caramelos o higos secos...que tanto nos gustaban. Sí, como nuestras hadas, porque la verdad es que los niños de la guerra no tuvimos otras.
... ... ...

Las "chicas topolino" eran las herederas de las "señoritas jamón" de antes de la guerra...: Las que bailaron el charlestón, jugaron al tenis y se besaron con sus novios formales a la luz incierta de las películas mudas.
La familia a la que le salía una "chica topolino" ya tenía bastante cruz:
-Yo, mamá, a lo positivo.
Lo positivo era ir en coche, comer gambas, vivir la vida, y besar al hombre que conducía el coche y pagaba las gambas.
... ...
HISTORIA DE ESPAÑA ES LA NARRACION ORDENADA DE LOS SUCESOS MAS IMPORTANTES LLEVADOS A CABO POR LOS ESPAÑOLES, DESDE LOS TIEMPOS MAS REMOTOS HASTA NUESTROS DIAS.
Resultaba que los españoles, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, nos lo habíamos pasado haciendo machadas por el mundo y diciendo frases a cada paso. Los españoles teníamos frases para todo:
-Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra.
-Yo no he venido aquí para luchar contra los elementos...
-Llora como una mujer, lo que no has sabido defender como un hombre.
-!Manos blancas no ofenden!
-Estos son mis poderes y a donde no se llega con la mano, se llega con la punta de la ...espada.
... ...
No podía ser. Queríamos ir a colegios de hombres y nos llevaban a colegios oscuros, en patios interiores, con olor a cocinas pobres y corriente de pasillo, donde hacíamos palotes, temblorosas y atormentadas caligrafías, bajo la mirada miope y dura de unos maestros con mandilones grises, bigotes negros y regla de pegar en la mano. En aquellos colegios sórdidos nos enseñaron a odiar nuestro propio cuerpo y nos obligaron a prender lo de "amor, amor, amor" en el lugar del excremento.
Menos mal que para aquella época existía el “guateque”...exacto, geométrico, calculado...unas cuantas parejas ,unas gaseosas, un picú...a veces había sangría. Un baile, una confidencia, un beso perdido, un perfume, nada. Mejilla contra mejilla. Besos de gaseosa y sentimentalismo dominical. Por nuestros brazos delgados comenzaron a pasar...mujeres.
Ramona como una dulce aparición
Ramona, llegaste tu a mi corazón...

Aquel barrio lejano y oscuro, donde habíamos perderse durante la guerra a los moros y a los legionarios.
Allí comprendimos que las mujeres honradas no tenían pechos y que las meretrices, como aprendimos que se llamaban, tenían unos senos vivientes.
-¿Qué buscas , muchacho,?¿Qué haces aquí?
-¿y tu, quién eres, cómo te llamas?
Yo soy esa,
esa oscura clavellina
que va de esquina en esquina,
volviendo atrás la cabeza.
Lo mismo me llaman Carmen,
que Lolilla, que Pilar...
con lo que quieran llamarme
me tengo que conformar.
!Soy la que no tiene nombre,
la que a nadie le interesa,
la perdición de los hombres,
la que miente cuando besa!
Ya lo sabes...
Yo soy esa.
!Ay, meretriz, sonaba a emperatriz, actriz, matriz!. !Hasta que un día supimos que se llamaba "puta", como una explosión!.
... ... ...

También nos rondaba el pederasta. El pederasta estaba en todas partes, aunque entonces no sabíamos que se llamaba así y le decíamos tío bujarrón. El pederasta era un señor como los demás, sólo que más simpático con nosotros y con inagotables caramelos en los bolsillos. Cuando nos veía nos hacía señales, guiños, muecas, ofertas, hasta que conseguía tenernos a su lado sobándonos mucho las manos y el pescuezo. !Qué asco de tío bujarrón! o !Pobre bujarroncito, pederasta, mariconuela!... que un día cogían entre cuatro o cinco golfos y lo tiraban al río helado para que se refrescase.
... ...
Había mucha escasez de viviendas, porque aunque murió mucha gente en la guerra, también fueron bombardeadas muchas casas. Lo cierto es que no había casas para todo el mundo y entonces vinieron los realquilados. La señora del realquilado siempre vestía de marrón y había perdido los dientes en la guerra: ”Una infección de encías, dijo el médico, y estuve a punto de quedarme calva”. Había que tener mucho cuidado en no beber del vaso de aquella mujer, aunque sólo era al principio que después todo el mundo bebía de su vaso y hasta metía mano en su plato, porque no estaban los tiempos para andarse con bromas. Los realquilados eran muy finos al principio y todo les parecía bien, y la señora de la casa le hacía laborcitas a los niños de la realquilada, pero luego empezaban las riñas, las sisas, los follones y las mujeres se decían cosas desagradables, los hombres montaban sus maquinitas de liar cigarrillos en extremos opuestos de la mesa del comedor, y los niños se peleaban abiertamente, a muerte. Hasta que un día los realquilados se iban, violentamente o calladamente, a convivir con otra familia, y entonces nos quedábamos con nuestra casa, con nuestros muebles, nuestra pobreza, nuestro Sagrado Corazón:
Dios bendiga cada rincón de esta casa, con nuestros apellidos y con nuestro olor. Sí, con nuestro olor, que en la casa donde había realquilados pugnaba el olor a naftalina de una familia con el olor a potaje de la otra, y eso no es así, cada familia debe tener su olor.
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Pero la enfermedad terrible era la tuberculosis, nosotros la decíamos tisis. En la postguerra lo peor que se le podía llamar a alguien era "tísico" o "rojo".La verdad es que, como habían dejado el país, había más tísicos que rojos. "Somos los tuberculosos/ los que más nos divertimos/ echando pollos, gargajos/ en el plato del vecino..." ...Los ricos se curaban la tisis con jamón, los pobres con misas y con cementerios. En caso de muerte los ricos solían morirse los sábados, para así ser enterrados los domingos con mucha pompa y circunstancia. Los pobres se morían cualquier día, a lo mejor un viernes. !Son ganas de molestar!. Eran especialmente sensibles a la tuberculosis las señoritas que estudiaban piano, los dependientes de droguería, las mecanógrafas, los novios románticos de las prostitutas de clase y los carteros urbanos.
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El fútbol era la épica nacional y el ideal patrio hubiera sido un país con tantos futbolistas como ciudadanos. El español llevaba dentro un futbolista nato, como antes había llevado un torero. Así como el inglés sólo nace inglés, y luego con la vida los años y los estudios se hace ingeniero de minas o bibliotecario diplomado, el español nace español y futbolista, y a más a más español y opositor. Había madres a las que las comadronas, ya nacido el niño, les decía: "Señora, ha tenido usted un opositor". Y eso llenaba de orgullo a las parturientas.
Yo mismo quise ser ejemplar y comencé a preparar las oposiciones de Banca. !No para ser banquero, sino para ser bancario...que a la larga se ha demostrado más seguro!
EPILOGO

En aquella sala de máquinas aceitosas decidí ser escritor.
José Mª Stampa, era el más corpulento y el más brillante alumno de Derecho de la Universidad de Valladolid. Paseábamos de madrugada a la salida del Diario y me dijo:
-Tu tienes que ir a Madrid. Tu mundo literario, tu mundo narrativo lo tienes aquí, pero tu porvenir lo tienes en Madrid.
Me fui del periódico sin despedirme de nadie. En la estación saqué un billete de tercera. En un tren tranvía llegué a Madrid para siempre, justo cuando Eisenhower llegaba a la capital para abrazar a Franco.
!Ay, Madrid!...Madrid era un chotis bailado por Lara y Conchita Cinton.
En nuestra memoria de ex-niños sigue sonando, organillo triste de postguerra, la fascinación pobre, nacionalista, cachonda, de una vida mejor...que era la vida de Madrid.
OFF: suena el chotis “Madrid” de A. Lara.
Mientras cae lentamente el
TELÓN
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