martes, 27 de diciembre de 2011

EL COCIDO DE LOS JUEVES (recordando a Umbral)


(Sobre textos de Francisco Umbral)












ESCENA I.- INTRODUCCIÓN: 
El bisabuelo, D. Martín Martínez, tenía destrozado el piso de cuatro calles de la ciudad con los cascos de su caballo: "Sirio".
-Mire usted, D. Martín Martínez, le decía el Alcalde, yo no le digo que vaya usted a sus fincas andando, pero cuando llegue al centro urbano le ruego que se baje del caballo.
- ! Con lo que usted me roba en nombre de Cánovas o Sagasta, que para el caso es lo mismo, tiene suficiente para adoquinar toda la ciudad !
.. ...
En casa del bisabuelo todos los jueves tocaba cocido, como está mandado, y a él invitaba a todos los personajes ilustres, daba lo mismo que fuera un liberal o un dictador. En eso comprendí que mi abuelo era un frívolo.
Años más tarde ví que yo salía a él, lo cual me consternó, pero me gustó.
...   ...
Sí, ya sé que he venido a hablarles de la postguerra, pero permítanme que les ponga un poco en situación y por favor no empujen, que para todo hay tiempo. ...Veamos... érase una vez... o sea.

ESCENA II.-TIEMPOS DE INFANCIA Y OBSERVACIÓN.

Un tal Pablo Picasso andaba por la ciudad haciendo retratos a las señoritas que se dejaban: La Tia Algadefina se dejó y la sacó en bolas.

Cuando el Bisabuelo, D. Martín Martínez, vio el desnudo de Tía Algadefina en un escaparate de la Puerta del Sol, dijo que le gustaba que su biznieta estuviera tan buena. Cuando el Abuelo Cayo vio el retrato, dijo que toda la familia estaba condenada y se recluyó en su habitación con higos secos, varias botellas de vino de Rioseco y...el Kempis.
Pasados los primeros espantos Tía Algadefina presentó al joven Pablo a su grupo de amigas. Picasso se empeño en pintar a una de ellas: Sasé Caravaggio.
-En su culo, Sasé, está el origen del cubismo.
-¿Y qué es el Cubismo, Pablo?
-¿Y tú me lo preguntas?....El cubismo eres tu.


El que no estaba de acuerdo con esta definición era el novio de Sasé, un empleado del catastro que al enterarse se colgó de una viga en la pensión de la calle de la Madera donde vivía. Las dueñas de la casa de huéspedes estaban acostumbradas a que se colgasen a uno por mes.
-Lo que más sentimos, declararon, es que iba a sacar las oposiciones.
Un mechón pajizo le caía al ahorcado sobre media cara con cierta gracia. La verdad es que era un ahorcado muy presentable.

Al día siguiente Picasso comenzó a pintar el primer retrato cubista de la Historia. Le puso a Sasé muchas más tetas de las que habitualmente tenía, confundiendo nalga con carrillo y boca con coño.

La Tia Algadefina pidió explicaciones a Picasso:
-Pero...¿Le estás pintando el culo a esa gorda?
-El culo  y la cara.
-Creí que para culos tenías bastante con el mío.
-Lo tuyo es otra cosa. Lo tuyo es el stradivarius de los culos.
-!Stradivarius! !Stradivarius!...Pues no volverás tú a tocar este violín.
Y así acabaron las cosas.




Tía Algadefina comenzó a salir con Rubén Darío. Un indio feo, diplomático, meloso y borracho.

Rubén vivía en el Hotel París, junto a la Puerta del Sol. Cuando se ponía su uniforme de Embajador estaba impresionante en su fealdad, pero a medianoche andaba descalzo por la calle del Arenal, recitando en francés versos a la luna y declarándole su amor a Tía Algadefina, con la que se emborrachaba en una cervecería de la calle Hileras.
Mientras paseaba con él por el Retiro, Tía Algadefina, principió a comprender que estaba en un cambio de época, en un cambio de siglo. El modernismo la estaba haciendo mujer y quiso escapar a los rosarios en familia, a las revistas decentes, los novios para toda la vida y las tardes de mirador. Rubén, como decía Tía Algadefina, era un "revolucionario de la poesía y de la vida".
Pero a Rubén le trasladaron a París y a Tía Algadefina le dejó un mazo de cartas y versos, que ella conservó hasta la muerte. Ya en París fue devorado por el alcohol. El se lo había dicho a Tía Algadefina: "Hay poetas secos y poetas húmedos...Yo soy un poeta húmedo".


...Cuando se fue, mi tía enfermó de vulgaridad, aburrimiento, pena y soledad. En fin, que decidió ponerse tísica.
¿A qué otro hombre se puede amar después de haber amado a Rubén?
"Señora, amor es violento
y, cuando nos trasfigura,
nos enciende el pensamiento
de locura."

Tía Algadefina siempre estaba invitada en los bailes del Palacio Real y un día hasta bailó con el Rey. Todas las mujeres de ese matriarcado en el que me crié habían salido un poco ligeras y afrancesadas, muy dadas al cancán y al anís.
-Dicen que el Rey seduce la las modistillas.
-Y a las chalequeras.
-Y a las pantaloneras.
-¿Por qué nos discrimina a la gente bien?
Al bisabuelo D. Martín Martínez, republicanote viejo, le hacía gracia que su biznieta bailara con el Rey. Al Abuelo Cayo y a la Abuela Eloisa aquello le parecía el final de la familia y de la religión, tras decir esto se metían a beber tinto peleón en la despensa.


...Un día en plena crisis tísica de Tía Algadefina, apareció de nuevo en casa Picasso: "Ustedes disculpen mis ausencias, pero ando de huelga general y...aprovechando que nadie trabaja, nosotros vamos a trabajar."
Así que nos fuimos al Jarama de merienda y baño. Mientras mis tías y primas se mojaban el culo, él hizo un retrato colectivo.
-¿Y cómo lo va usted a titular, Pablo?
-Las Señoritas de Aviñón.
-¿Por qué?
-No lo sé...Pero en el arte hay que jugar, putrefaccionar, confusionar..
-!Es una vergüenza!...Ese gitano paragüero las ha pintado desnudas...!Una vergüenza! !No hay derecho!.

OFF: Suena un charlestón




Si el charlestón vino a desconyuntar un época... Miguel Primo de Rivera vino a descoyuntar a D. Miguel de Unamuno.

D. Miguel y Primo coincidieron en algunos cocidos de los jueves.
- General, usted acabará exiliándome de España.
- !Por favor, D. Miguel, una gloria nacional, un hombre de su prosa!
- !Ustedes los militares, con perdón de las señoras, se pasan la prosa por los cojones!
- !Vaya... vaya!...Eso lo va a repensar usted en Fuerteventura.
!Claro que lo repensó! Cuando Unamuno volvió del destierro canario, a la caida de Primo, nos dijo:
- Lo que España necesita es un Bismark con mano de hierro.
- Pero, decía el bisabuelo, usted predica la dictadura.
- España, como Rusia, precisa una dictadura. sí señor. Cuando se haya matado el hambre jugaremos a la democracia.
... ...
D. Miguel Primo de Rivera era viudo, cuartelero y cachondo. En el cocido de los jueves se fijó en la belleza dibujada e irónica de Tía Algadefina.
-¿Quiere usted, le dijo D. Miguel, trabajar en mi secretaría particular?
- Soy biznieta de D. Martín Martínez, mi abuelo es liberal y yo no me pongo al servicio de ningún dictador.
- Accederá al menos a venir conmigo a las verbenas de mi amado Madrid.
- !Iré por las verbenas, no por usted!
Pues sí. Tía Algadefina pensó que podía tener un tonteo con aquel señor que mandaba en España...
(OFF: Suena un chotis en un organillo)
En las verbenas castizas del barrio de Lavapiés, del Rastro, de la Cava...el Dueño de España y mi tía
bailaban el chotis. En el Retiro tiraban al blanco y Tía Algadefina siempre ganaba la botellita de anís... 
-Tira usted muy bien al blanco, señorita. Estoy por alistarla en lo de Alhucemas.
- Sólo que yo estaría de parte de los moros...
-!Eso no se le puede decir al hombre que rige los destinos de España!
-!Pues no vuelva usted a invitarme!
...En fin, Tía Algadefina, se cansó pronto del galanteo macho de D. Miguel.
OFF.-Vuelve a sonar el chotis organillero


También venía al cocido de los jueves la Condesa de Pardo Bazán.
- ¿Pero qué hace usted D. Martín con esa aristócrata vieja y fea?
- Cuando se quita la dentadura postiza, no crean ustedes, me las hace muy bien.
Yo no entendía la frase, pero me daba bastante asco, no sé por qué.
Otro día oí en el Ateneo a Blasco Ibáñez diciendo que a la Pardo Bazán se le estaba poniendo el bigote amarillos de comerle el coño a una cómica famosa. Yo no entendía como los mayores eran tan guarros, aunque yo mismo, cuando me apretaban las ganas, en vez de hacerme una gayola, me beneficiaba a mi cabra Penélope. Ya entonces iba siendo un niño raro: estaba enamorado de mi tía Algadefina y era amante de una cabra.
En fin que Dª Emilia era aristócrata, intelectuala y directamente fea.
-Me gusta lo que hace, le dijo un día mamá, pero la juventud estamos con Rubén.
-Rubén no es mas que un esteta aristocratizante...
-!Usted es aristócrata, Dª Emilia!
-Si usted se pone insolente mejor que lo dejemos. !El Modernismo es pura decoración!.
-No lo creo. Rubén renueva la vieja Literatura Española.
-¡Vieja, vieja! ¿Soy yo vieja acaso?¿Acaso soy yo vieja?
A Dª Emilia le dio una alferecía y dio por terminados cocido y tertulia.
...   ...

Al bisabuelo le tenían pedido todas las pájaras de la familia que invitara al cocido de los jueves a D. Ramón del Valle Inclán.
- Esto no es una invitación, dijo no más entrar el manco del espanto, sino una obra de caridad, porque yo no como sino muy de tarde en tarde.
- ¿Querrá usted decir que no come cocido?
- !Quiero decir, señoras, que no como absolutamente nada!
Un día coincidió Valle en casa con Unamuno.
- Lamento, dijo Unamuno, que desperdicie usted su talento, Valle.
-Soy el escritor que más lo aprovecha de España...
-Es usted un inmoral, Valle.
-Gracias a Dios.
-Además hace sólo frases.
-La verdad se acuña en frases, D. Miguel.
-¿Por qué no lo aplica usted a algo espiritual?
-!Soy más católico que usted!
-Su catolicismo es pura estética, Valle...Yo difundo verdades...
-Y yo mentiras, que es mucho más divertido.
-Su cinismo está pasado.
-El cinismo, D. Miguel, no pasará nunca, porque viene de los perros y de los griegos...Y yo soy un cínico callejero de la Puerta del Sol.
!Ay, Valle, el dandismo desplumado de los malditos y la dignidad aventajada de los hidalgos...!
En los cocidos de los jueves fui yo diferenciando los grandes españoles en hidalgos y señorucos.
Eran Hidalgos: Mi bisabuelo, Unamuno, Rubén e incluso D. Miguel Primo.
Eran Señorucos: Galdós, Baroja y Azorín.
-¿Y Picasso?
- Picasso era un gitano paragüero y genial.
- ¿Y Valle?
- Valle Inclán era también un genial hidalgo.

Los gobiernos de Primo de Rivera se suceden, D. Alfonso XIII se pierde tras un farallón de militares, Pablo Iglesias convoca a las masas y hasta D. Antonio Machado va a escucharle.

 Tía Micaela se abarragana con un primo lejano llamado Luis Gonzaga que, tras rezar tres avemarías, le rebana el cuello en una fria pensión de Palencia, la prima Maena comida por el juego verde del  Casino se pega un tiro con una pistolita de plata en la Puerta del Sol y yo me visto de hombre por primera vez justo cuando Buñuel filma “El perro andaluz”, Valle profetiza que los Borbones están al caer y Carlos Gardel trae a España el tango porteño y canalla.
OFF: Suena un tango, Garufa, tal vez.

ESCENA III.-INTERMEDIO. LA REPUBLICA Y  LA GUERRA.

(OFF: Suenan tenues las notas del Himno de Riego y sobre ellas...)


Tras las elecciones municipales del año 31, el Rey se retiró elegantemente y el bisabuelo descubrió que no era republicano.
Sin embargo a mi eso de la República me ayudó bastante. Yo, con mis pantalones bombachos, comencé a animarme... Por fin le metí mano en los cines a Sasé Caravaggio, disfrutando así de sus abundancias cubistas. Yo comprendí el arte de Picasso a través del coño de Sasé Caravaggio... Pero mi alma seguía siendo un rehén incestuoso de Tia Algadefina.
La prima Maria Eugenia, por su parte, en la clausura de las Bernardas, hizo amores con la Priora y tuvieron amores de celda que fueron un tormento y unas comida de coño que fueron una orificería. Desgraciadamente la Priora murió de una sobredosis de licor de pera e hicieron Priora a una monja vieja que ignoraba el sexo. El nuevo amor de Maria Eugenia fue el capellán de las Bernardas, D. Marcelino, un castellano recio, grande y miope. Yo iba comprendiendo, niño como era, que en los conventos de clausura había más pasión que en la Gran Vía, siempre con las mismas putas y los mismos poetas. A María Eugenia íbamos a visitarla los domingos y nos dijo que “ venía la República y que iban a disolver las congregaciones religiosas”.

Cuando los milicianos empezaron a quemar conventos fuimos a salvar a Maria Eugenia de la quema. D. Martín se puso al pescante del simón de la casa y al grito de “ Soy republicano, soy de Azaña, soy liberal” nos abrieron paso hasta las puertas del convento. Maria Eugenia salió de paisano. D. Marcelino, el capellán, quiso sumarse a la mudanza, pero D. Martín le rechazó con un golpe de bota: “Anda ahí, dijo D. Martín, que se joda el capellán que se las habrá fornicado a todas”



March
La República era una cosa popular, churrera y bonancible hasta que empezó a agriarse. Yo la vivía contento de que España fuese el Reino de las putas, las marquesas rojas y los escritores maricones. Pero el error de Azaña fue traer un programa europeo a un pais africano. Encarceló a March y March dio a Franco un cheque en blanco para su Alzamiento: March había encontrado su militar y Franco había encontrado su banquero.
Mi bisabuelo se murió a tiempo. Seis caballos negros llenaron de honra y mierda la cabalgata hasta el cementerio, donde reposó junto al cuerpo de mi propio padre, un soldado de Galán y García Hernández.
Tras el entierro mi prima Maria Luisa que ejercía de puta en una pensión de la calle Jacometrezzo y me dijo: "Yo fui amante del bisabuelo, ahora lo quiero ser del biznieto."
Con la muerte de mi bisabuelo se acabaron los cocidos de los jueves y yo tuve que apañármelas en solitario para conseguir garbanzos y conocimientos.
... ... ...
De mi infancia quedaban cada vez más lejos mis niñas/coliflor: Clarita, a la que recuerdo jugando a las tabas durante los bombardeos. Amalita, de la que recuerdo su tortuga de oro y sus braguitas malva. Teresita, de la que hablaré más adelante. Agustinito, a quien se le aparecía Pio XII, cuando iba a mear al corral, para decirle: "Ni un rojo en tu santa ciudad, ni un rojo en tu santa provincia".

Y a Davidito, con el que iba los domingos a magrear criadas: "Francesillo, me decía Mª de la Plata, eres más cachondo que la música de los caballitos".
Por lo demás yo seguía fornicando con mi cabra Penélope, (debía ser esta una costumbre muy extendida entre los escritores pues, según he sabido, también Cela tenía su cabra...) con mi prima Mª Luisa, que, como ya he dicho, trabajaba de puta en “Chicote”, y dedicando los domingos a Tía Algadefina...
-Ya sólo te veo una vez por semana, Francesillo.
Tia Algadefina acercó mi cabeza a la suya y me besó en la boca.
... ... ...

Ya en la Guerra pasó por la ciudad Millán Astray.
Le faltaba un ojo, un brazo y... le sobraba media España.
Millán llegó a la ciudad cuando yo acababa de llegar a la pubertad.
-Si quieres, me dijo, te firmo una fotografía.
Por la tarde se lo dije a Teresita Rodríguez:
-Que he conocido al General Millán Astray y lleva grabado en el pecho un Corazón de Jesús.
-¿Y más abajo?
-¿Más abajo?
-Sí, insistió Teresita, dicen que los moros le volaron un huevo y que es ciclán.
-¿Ciclán?
-...o sea que le falta un testículo.¿Y tu vas para escritor? !Pues vaya diccionario que tienes!
-¿A mi me falta un testículo, Teresita?
-Tienes dos, Francesillo...¿No esperarías tener cinco?
Teresita Rodríguez se casaría después con un Cadete de Caballería. Gracias a eso, gracias a los Cadetes, somos libres.
... ... ...
Un día de primavera me senté frente a la tisis bella de Tía Algadefina:
-¿Cómo ha podido Unamuno venderse a Franco, Tía?
-No se ha vendido, Francesillo, se ha entregado. Venderse es más noble.
-¿Más noble?
-Venderse es de grandes traidores. Entregarse de pobres meretrices.
-¿Y Valle, Tía?
-El mayor y mejor escritor de España,  Francesillo...!Anda, léeme una sonata, que tienes buena voz como tu padre!.

"Hoy, marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos, divierto penas y desengaños comentando las Memorias amables, que empezó a escribir en la emigración mi noble tio el Marqués de Bradomín, que, como yo, era feo, católico y sentimental."
Al concluir miré a Tía Algadefina. La besé en los labios...fríos.  Estaba muerta. Había perdido mi amor, mi guía, mi norte y mi verdad. Me sentí absurdamente traicionado.
De su piano, como tantas veces durante la guerra, nació cálido un charlestón.

(Off:Suena un charlestón)


ESCENA IV.-LA POSTGUERRA

!Hitler...le había dicho a Guillermina de Holanda, que, abriendo sus canales, le inundaría las partes...bajas!. Los señores del Casino habían dicho que ganarían la guerra...y efectivamente la ganaron, pero...la paz no fue mejor que la guerra.
En la postguerra empezamos a pasar frío, hambre...Teníamos que ir a la cola del pan, de la leche, de los huevos...a todas las colas donde nos mandaban nuestras madres.
Era tal la escasez de bienes de consumo, que la oferta de uno de ellos, podía considerarse como una declaración de amor en toda regla:
Yo te daré,
te daré niña hermosa,
te daré una cosa...
una cosa que yo sólo sé.
¡ Café ¡
o también aquello de
El que tenga un jamón
que lo cuide, que lo cuide,
no sea que venga Abastos
y lo requise y lo requise.
... ...  ...
A Federico García Lorca lo habían matado en Granada, pero Granada estaba muy lejos y nosotros no conocíamos a Federico. Nosotros conocíamos Burgos, Salamanca, Valladolid. También los "Poemas de la Falange Eterna" de Federico Urrutia, y el "Blanco y Negro".
Para mi el recuerdo de la Postguerra es el de un largo invierno de varios años... sin duda debió de nevar mucho.
... ... ...


Sí, el hambre se saciaba con canciones. La hambruna creaba sueños musicales como...
Tengo una vaca lechera
no es una vaca cualquiera.
Me da leche condensada
!Ay, qué vaca tan salada!
Tolón, tolón.

Pero si el hambre no se saciaba con canciones, para eso estaba el Estraperlo. El estraperlo era el deporte nacional. A los españoles, de pronto, nos salió esa cosa de estraperlistas que tenemos todos desde los tiempos de Luis Candelas. Cruzaban el país largos trenes repletos de mujeres con senos de legumbres, vientres de café-café, caderas de pan blanco... y había un punto en el viaje en que se echaban las cosas a voleo por las ventanillas y, de entre los árboles, salían unos hombres oscuros para recogerlo todo.

¡Qué trasiego de comida y ropa!
El estraperlo se nutría incluso con los artículos confiscados en Abastos. Era una concepción del mundo, una manera de estar en la existencia...

A pesar de todo iba renaciendo un cierto optimismo en el país. La gente empezaba a sacar carbón de las minas de Asturias, sin huelgas ya, y en las noches del sábado los matrimonios salían a bailar eso de...
Arriba con el tirurirurí,
abajo con el tiruriruriero...
...y los que podían volvían a veranear pacatamente y a descubrir el eterno amor en los litorales...

"El vino en un barco
de nombre extranjero
lo encontré en el puerto
al atardecer...
Cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer...
Era hermoso y rubio como la cerveza,
su pecho tatuado con un corazón...
y en su voz amarga había la tristeza
doliente y cansada del acordeón...
...   ...   ...
Si la guerra había dado madrinas, la postguerra dió  “queridas”. Sí, la querida era una cosa de postguerra. Un producto típico de los cuarenta, como la escasez y el estraperlo. Una señorita, mas o menos bien, a quien el papá se le había quedado en el frente o huido para siempre con la coartada de la guerra... Lo cierto es que la madre y la hija se quedaban solas en un piso enorme, con las cuatro cosas que habían conseguido salvar de la guerra... Enviaban a los hijos pequeños a los frailes: ”¿Dónde van a estar mejor?”... y ellas cogían huéspedes estables: " Búscase caballero estable, casa formal, buena cocina, agua caliente tres días por semana". La niña se ponía de "querida" con un señor de traje marrón, a ser posible con mano en abastos.

-A ustedes es que no les falta de nada, decían las vecinas con cierto retintín.
-Dios, nos ha ayudado mucho.
La querida, en fin, era una señorita ligeramente prostituida que no había perdido, ni mucho menos, sus buenas maneras de familia: el gusto por el piano, por el anisete, por el punto gordo y por los triduos.  Las queridas fueron un poco nuestras hadas.  No sabíamos como, pero siempre traían, ocultos entre sus abrigos de pieles, chocolatinas, caramelos o higos secos...que tanto nos gustaban. Sí, como nuestras hadas, porque la verdad es que los niños de la guerra no tuvimos otras.
...   ...   ...



También surgirían aunque más adelante las “Chicas Topolino”, pero estas, a diferencia de las queridas, no provenían de la necesidad... Me explico: Había unos coches pequeños que se llamaban "Topolinos", y una chicas, que también se llamaban topolinos, porque se las veía mucho en estos coches.

Las "chicas topolino" eran las herederas de las "señoritas jamón" de antes de la guerra...: Las que bailaron el charlestón, jugaron al tenis y se besaron con sus novios formales a la luz incierta de las películas mudas.
La familia a la que le salía una "chica topolino" ya tenía bastante cruz:
-Yo, mamá, a lo positivo.
Lo positivo era ir en coche, comer gambas, vivir la vida, y besar al hombre que conducía el coche y pagaba las gambas.
...   ...



HISTORIA DE ESPAÑA ES LA NARRACION ORDENADA DE LOS SUCESOS MAS IMPORTANTES LLEVADOS A CABO POR LOS ESPAÑOLES, DESDE LOS TIEMPOS MAS REMOTOS HASTA NUESTROS DIAS.

Resultaba que los españoles, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, nos lo habíamos pasado haciendo machadas por el mundo y diciendo frases a cada paso. Los españoles teníamos frases para todo:
-Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra.
-Yo no he venido aquí para luchar contra los elementos...
-Llora como una mujer, lo que no has sabido defender como un hombre.
-!Manos blancas no ofenden!
-Estos son mis poderes y a donde no se llega con la mano, se llega con la punta de la ...espada.
... ...
No podía ser. Queríamos ir a colegios de hombres y nos llevaban a colegios oscuros, en patios interiores, con olor a cocinas pobres y corriente de pasillo, donde hacíamos palotes, temblorosas y atormentadas caligrafías, bajo la mirada miope y dura de unos maestros con mandilones grises, bigotes negros y regla de pegar en la mano. En aquellos colegios sórdidos nos enseñaron a odiar nuestro propio cuerpo y nos obligaron a prender lo de "amor, amor, amor" en el lugar del excremento.
Menos mal que para aquella época existía el “guateque”...exacto, geométrico, calculado...unas cuantas parejas ,unas gaseosas, un picú...a veces había sangría. Un baile, una confidencia, un beso perdido, un perfume, nada. Mejilla contra mejilla. Besos de gaseosa y sentimentalismo dominical. Por nuestros brazos delgados comenzaron a pasar...mujeres.
Ramona como una dulce aparición
Ramona, llegaste tu a mi corazón...
Pero claro, la naturaleza adolescente comenzó a cansarse de ese leve escarceo de los sábados... Un día tomamos el camino de aquel barrio de conventos, meretrices y lagartos.
Aquel barrio lejano y oscuro, donde habíamos perderse durante la guerra a los moros y a los legionarios.
Allí comprendimos que las mujeres honradas no tenían pechos y que las meretrices, como aprendimos que se llamaban, tenían unos senos vivientes.
-¿Qué buscas , muchacho,?¿Qué haces aquí?
-¿y tu, quién eres, cómo te llamas?
Yo soy esa,
esa oscura clavellina
que va de esquina en esquina,
volviendo atrás la cabeza.
Lo mismo me llaman Carmen,
que Lolilla, que Pilar...
con lo que quieran llamarme
me tengo que conformar.
!Soy la que no tiene nombre,
la que a nadie le interesa,
la perdición de los hombres,
la que miente cuando besa!
Ya lo sabes...
Yo soy esa.
!Ay, meretriz, sonaba a emperatriz, actriz, matriz!. !Hasta que un día supimos que se llamaba "puta", como una explosión!.
...  ...  ...

También nos rondaba el pederasta. El pederasta estaba en todas partes, aunque entonces no sabíamos que se llamaba así y le decíamos tío bujarrón. El pederasta era un señor como los demás, sólo que más simpático con nosotros y con inagotables caramelos en los bolsillos. Cuando nos veía nos hacía señales, guiños, muecas, ofertas, hasta que conseguía tenernos a su lado sobándonos mucho las manos y el pescuezo. !Qué asco de tío bujarrón! o !Pobre bujarroncito, pederasta, mariconuela!... que un día cogían entre cuatro o cinco golfos y lo tiraban al río helado para que se refrescase.
...   ...
Había mucha escasez de viviendas, porque aunque murió mucha gente en la guerra, también fueron bombardeadas muchas casas. Lo cierto es que no había casas para todo el mundo y entonces vinieron los realquilados. La señora del realquilado siempre vestía de marrón y había perdido los dientes en la guerra: ”Una infección de encías, dijo el médico, y estuve a punto de quedarme calva”. Había que tener mucho cuidado en no beber del vaso de aquella mujer, aunque sólo era al principio que después todo el mundo bebía de su vaso y hasta metía mano en su plato, porque no estaban los tiempos para andarse con bromas. Los realquilados eran muy finos al principio y todo les parecía bien, y la señora de la casa le hacía laborcitas a los niños de la realquilada, pero luego empezaban las riñas, las sisas, los follones y las mujeres se decían cosas desagradables, los hombres montaban sus maquinitas de liar cigarrillos en extremos opuestos de la mesa del comedor, y los niños se peleaban abiertamente, a muerte. Hasta que un día los realquilados se iban, violentamente o calladamente, a convivir con otra familia, y entonces nos quedábamos con nuestra casa, con nuestros muebles, nuestra pobreza, nuestro Sagrado Corazón:
Dios bendiga cada rincón de esta casa, con nuestros apellidos y con nuestro olor. Sí, con nuestro olor, que en la casa donde había realquilados pugnaba el olor a naftalina de una familia con el olor a potaje de la otra, y eso no es así, cada familia debe tener su olor.
... ... ...
Pero la enfermedad terrible era la tuberculosis, nosotros la decíamos tisis. En la postguerra lo peor que se le podía llamar a alguien era "tísico" o "rojo".La verdad es que, como habían dejado el país, había más tísicos que rojos. "Somos los tuberculosos/ los que más nos divertimos/ echando pollos, gargajos/ en el plato del vecino..." ...Los ricos se curaban la tisis con jamón, los pobres con misas y con cementerios. En caso de muerte los ricos solían morirse los sábados, para así ser enterrados los domingos con mucha pompa y circunstancia. Los pobres se morían cualquier día, a lo mejor un viernes. !Son ganas de molestar!. Eran especialmente sensibles a la tuberculosis las señoritas que estudiaban piano, los dependientes de droguería, las mecanógrafas, los novios románticos de las prostitutas de clase y los carteros urbanos.
... ... ...
Para terminar les diré que había dos formas serias de ser español: Ser futbolista o ser opositor. Gainza, Zarra, Ramallets, Campanal, Iriondo... los periódicos venían llenos de fútbol como antes habían venido llenos de guerra. Ser futbolista era una de las formas más serias de ser español.

El fútbol era la épica nacional y el ideal patrio hubiera sido un país con tantos futbolistas como ciudadanos. El español llevaba dentro un futbolista nato, como antes había llevado un torero. Así como el inglés sólo nace inglés, y luego con la vida los años y los estudios se hace ingeniero de minas o bibliotecario diplomado, el español nace español y futbolista, y a más a más español y opositor. Había madres a las que las comadronas, ya nacido el niño, les decía: "Señora, ha tenido usted un opositor". Y eso llenaba de orgullo a las parturientas.
Yo mismo quise ser ejemplar y comencé a preparar las oposiciones de Banca. !No para ser banquero, sino para ser bancario...que a la larga se ha demostrado más seguro!

EPILOGO
Yo iba entonces algunas noches al Diario Pinciano a entregar mi colaboración, mi tímida colaboración, y fue allí donde por primera vez tuve fe en que la Literatura era una cosa de verdad.
En aquella sala de máquinas aceitosas decidí ser escritor.

José Mª Stampa, era el más corpulento y el más brillante alumno de Derecho de la Universidad de Valladolid. Paseábamos de madrugada a la salida del Diario y me dijo:
-Tu tienes que ir a Madrid. Tu mundo literario, tu mundo narrativo lo tienes aquí, pero tu porvenir lo tienes en Madrid.
Me fui del periódico sin despedirme de nadie. En la estación saqué un billete de tercera. En un tren tranvía llegué a Madrid para siempre, justo cuando Eisenhower llegaba a la capital para abrazar a Franco.
!Ay, Madrid!...Madrid era un chotis bailado por Lara y Conchita Cinton.
En nuestra memoria de ex-niños sigue sonando, organillo triste de postguerra, la fascinación pobre, nacionalista, cachonda, de una vida mejor...que era la vida de Madrid.

OFF: suena el chotis “Madrid” de A. Lara.


Mientras cae lentamente el
TELÓN