miércoles, 21 de diciembre de 2011

LILI MARLEEN

Para mi Lili
como no podía ser de otra manera


Prólogo.-

Berta Helene Lieselotte Bunnenberg en la pequeña terraza de su casa de Langeood miraba hacia el mar y volvía su espalda al continente. Allí no parecía haber llegado la guerra.
A un lado la pequeña isla de Baltrum, la “bella durmiente”, al otro Spiekeroog.
Sólo una pequeña guarnición casi abandonaba recordaba a los pescadores de Bensersiel que su país estaba empezando a perder una batalla detrás de otra.
Al segundo dry-martini, Berta, comenzó a darse cuenta de que su única compañía era el Báltico. Al sexto rubio americano supo que Berlín había quedado demasiado lejos y que Lale Andersen, su personaje, había muerto dulcemente asfixiada por el collar de las islas frisias. Casi olvidados, los amores juveniles con Paul, ese primer marido infiel y loco; presentes, como siempre, en su corazón sus hijos, Björn, Litta, y Michael.
Berta, arrojó la copa al mar para compartir con alguien su tristeza.




I.- El soldado Hans Leip se había fumado uno detrás de otro los cuatro cigarros de cuarterón que servían de complemento al escaso rancho.Aburrido, miraba desde su puesto de centinela las sombras que, siguiendo el caprichoso juego de la luz que lanzaba la farola, se acercaban y se alejaban de la garita en la que hacía guardia aquella fría noche de 1915.

¿Hans Leip?
Hans había nacido en Hamburgo un 22 de septiembre de 1893 y a sus 22 años no entendía qué pintaba él en aquella maldita guerra, en aquella noche llena de lejanas explosiones y en aquella garita aislada frente al cuartel. Pero, cuando vio dos sombras abrazarse furtivamente pensó en ella. Lili llenó el silencio y la soledad. Vio repetida la escena de sus encuentros y de su despedida antes de irse al frente.
Febril sacó el lápiz que siempre guardaba en su bolsillo y escribió... Junto a la farola/ que había en el cuartel/ siempre me esperabas,/ mi amor, Lili Marléen./Cuando yo vuelva allí iré/ seguro que te encontraré,/ mi amor, Lili Marleen. Bueno en realidad, porque para eso era alemán, había escrito...Vor der Kaserne/vor dem großen Tor/Stand eine Laterne/ Und steht sie noch davor/ So woll'n wir uns da wieder seh'n/ Bei der Laterne wollen wir steh'n/ Wie einst Lili Marleen...pero eso no hay Dios que lo entienda y yo quiero que ustedes comprendan esta historia.


Lilí era la hija de un tendero de su ciudad natal, rubia, guapa, con una piel más blanca que la harina que vendía su padre. Habían sido novios desde niños, Lilí y Hans, Hans y Lilí, eran toda una institución en el barrio, una pareja que habían pasado juntos la niñez, la adolescencia y la juventud, bueno la juventud no. La guerra, la asquerosa guerra de aquel 1914, había conseguido separarlos.
Como Hans era poeta, lo de militar era sólo un mal sueño, aquella noche siguió escribiendo para recordar y para esperar la vuelta... Nuestras dos sombras/ una sombra son./ Nos queríamos tanto/ que daba esa impresion./ Toda la gente ,como ayer,/ nos verá unidos otra vez./ Mi amor, Lili Marleen/.
Lilí no se llamaba Marleen de apellido, lo cierto es que él despues de tantos años ni siquiera sabía su apellido. Lilí era Lilí, sin más, pero por aquello de la rima tuvo que inventarse un apellido. ¿Por qué no el de la bella enfermera del batallón la Srta. Marleen/Fraulein Marléen?. Lilí, llegaría a entenderlo, aunque le llevara un tiempo superar la sospecha.

II.-

El tal Gavrilo
Gavrilo Princip sin embargo no tenía más novia que su pequeña patria, porque si no nadie se hubiera explicado ni su locura, si sobretodo su nombre. Quizá porque estaba harto de pasar penurias junto a su padre intentó alistarse en el ejército serbio,pero además de no tener novia, tampoco daba la talla para tan alto destino, así que no le quedó más remedio que entrar en esa especie de sucursal bélica conocida con el tétrico nombre de “Mano negra”.

Si Hans hubiera sabido del peligro que corría su vida, y sobretodo su amor, con las andanzas nacionalistas de ese tal Gavrilo, bien le hubiera presentado a una amiga suya hamburguesa, y lo suficientemente enana, con la que hubiera podido solazarse y por tanto olvidar el camino unionista de Serbia y Bosnia, que es lo que a Gavrilo traía a mal traer. Pero no fue así, principalmente porque ambos desconocían su mutua existencia y porque la vida les iba a llevar hacia la fama por caminos muy diferentes. El caso es que cuando los austro-húgaros plantaron sus banderas en  Bosnia, a Gavrilo le dio un ataque de heroismo patrio y, tras cargar con granadas su mochila guerrillera, partió hacia Sarajevo donde el Archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona austro-húngara, aunque por su nombre más pareciera galán de culebrón mejicano, pretendía dar fe de la irrenunciable conquista.

Fue un visto y no visto. La explosión además de al Archiduque y señora, se llevó por delante a seis o siete jerifaltes del nuevo régimen, a unos cien vecinos que poco o nada les iba en aquel jolgorio y a los seis caballos de pura raza que tiraban del archiducal carromato. Gavrilo por su parte salió ileso, lo que también es mala suerte para alguien que soñaba con convertirse en un héroe popular, por eso intentó suicidarse con cianuro,algo para lo que también carecía de la formación necesaria pues fracasó en el intento, terminando por ser detenido y llevado preso a la prision checa de Terenzin.



Aunque serbio, siempre tenía como los españoles una frase dispuesta para la Historia, por eso antes de ser ingresado en la trena dijo: “No es necesario que me lleven a prisión. Sugiero que me claven en una cruz y me quemen vivo. Mi cuerpo en llamas será la antorcha que guie a mi pueblo por el camino de la libertad”. Como es natural nadie le hizo caso y acabó muriendo tuberculoso cuatro años más tarde, pero eso sí al bueno de Hans le jodió, como ya dijimos, la vida y el amor, pues gracias a la heroicidad del malogrado Princip, acabó, sabe Dios en qué frente ruso, defendiendo los intereses de la Triple Alianza en una fría garita donde noche tras noche recordaba las redondeces de su querida Lili.

III.-

– Que tengo que hablar contigo, Lili.
– ¿Que pasa, Hans?
– Que me han llamado
– ¿Quien?
– El ejército
– ¿Y qué quiere el ejército de ti?
– Que vaya al frente
– ¡Pues no vayas!
– ¡Pero cómo no voy a ir!
– Pues eso, no yendo.
– Me pueden fusilar si no voy, Lili.
– ¿A ti precisamente? ¿Por qué?
– Por desertor.
– Si vas es porque no me quieres.
Y se echó a llorar. Hans la estrechó entre sus brazos, besó sus ojos, sus mejillas, su boca y cuando sus manos comenzaban a distraerse más de la cuenta por los caminos de sus caderas, hete aquí que el centinela se acercó para decirle que estaba arrestado por llegar tarde al toque de retreta. Por el momento no le fusilaron, gracias a Dios.

Por eso, aquella noche en la garita, recordaba como tantas veces ese momento y escribía: Me dijo el centinela/"La revista pasó,/y vas a estar tres días/durmiendo en la prisión”/Entonces tu dijiste adiós,/te recordaba en la prisión,/Lili Marleen, mi amor./O en v.o. Para aquellos que entiendan alemán o tengan especial interés en aprenderlo....Schon rief der Posten,/Sie blasen Zapfenstreich/Das kann drei Tage kosten/Kam'rad, ich komm sogleich/Da sagten wir auf Wiedersehen/Wie gerne wollt ich mit dir geh'n/Mit dir Lili Marleen.

IV.-
Hacía un frío horroroso en Langeood, la pequeña isla alemana del Mar del Norte, pero Lale Andersen cantaba para los marineros del puerto su clandestina Lilí Marléen.

A Lale Andersen tras su divorcio no le quedó más remedio, si quería comer todos los días, que recorrer uno tras otro todos los cabarets de media Alemania y de la otra mitad ... pero fue en el 38, en el Kabaret der Komiker, donde conoció a Norbert Schultze. Y es que las cosas no son casuales, todo tiene un orden lógico en el universo del destino. Perdonen por eso que vuelva atrás un momento.

Lo cierto es que a Hans aquella noche, además de otras cosas menos etéreas, se le estaban congelando las ideas, los versos y los sueños. ¿qué pintaría este poetasoldado en el frente ruso con lo mucho que podía haber amado en su Hamburgo natal?. No importa...todo tiene su fin y cuatro años más tarde, una vez firmado el Tratado de Versalles, volvía a su pueblo, derrotado como todo su país, hambriento como todo su país, rencoroso como todo su país, pero deseando encontrarse de nuevo con su Lili, sin garita ya y sin más sombras que la de sus dos cuerpos abrazados. Eso sí, tambien traía bajo el brazo la colección de poemas que había ido escribiendo entre guardia y guardia.

Cuando el compositor Norbert Schultze leyó por casualidad “La canción de un joven soldado de guardia”, le llegó al alma. Dijo a quien quiso oirle que esos versos traían la música escrita. A la canción le cambió el título "La chica de la farola", y con él el protagonismo. En 1939 tan sólo setecientos aficionados compraron el disco que acababa de grabar Lale Andersen. El Teniente Karl Heinz era uno de ellos. Al Teniente Karl Heinz lo enviaron a la emisora militar de Belgrado y se llevó con él, como único equipaje civil, el disco de Lale Andersen.
Cuando la canción sonó en antena, Lilí Marleén cautivó el corazón de toda la tropa. Sin saberlo ¡todos y cada uno de los soldados alemanes llevaban en su corazón una Lilí Marléen!. Por orden de Rommel, todas las tardes a las 21.57 la canción sonaba en las trincheras despidiendo al día. Pero quiso no sólo el azar, sino también la técnica, que la potencia de esa radio, que Goebbels se había sacado de la manga para su enjuagues publicitarios, llegara a media Europa, y sus ondas fueran también captadas por los soldados aliados y... ¡claro está!, ¡tambien los soldados aliados lloraban en silencio cada tarde a las 21.57!.

Lo malo es que, cuando caían prisioneros,tarareaban la canción llenando de pasmo a sus captores nazis.
“¿Qué tipo de enemigos son estos si tienen los mismos sentimientos que nosotros?”, pensó Goebbels.

Prohibió la canción y deportó a Lale Andersen a donde el diablo quisiera llevarla.







Por eso en Langeood, la pequeña isla alemana del Mar del Norte, Lale Andersen cantaba para los marineros del puerto su clandestina Lilí Marléen.


Deine Schritte kennt sie,
Deinen zieren Gang
Alle Abend brennt sie,
Doch mich vergaß sie lang
Und sollte mir ein Leid gescheh'n
Wer wird bei der Laterne stehen
Mit dir Lili Marleen?
Aus dem stillen Raume,
Aus der Erde Grund
Hebt mich wie im Traume
Dein verliebter Mund
Wenn sich die späten Nebel drehn
Werd' ich bei der Laterne steh'n
Wie einst Lili Marleen.
La farola alumbraba / ay, tu elegante andar,/ la sombra dibujaba/ tu belleza sin par./ Si no pudiera yo volver/ ¿Quién te esperara, ay, dime quien?/ Mi amor, Lili Marleen./Desde el silencio / el aire me llamó,/ era sólo un sueño/ pero oía tu voz./ Cuando la niebla ya se fue/ yo estaba en la farola como ayer/¡mi amor, Lili Marleen!